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ANUARIO MISIONAt 201 Tuvo, en sus últimos días, el consuelo de verse rodeado de to– dos los misioneros, y de las nuevas religiosas, que por vez primera llegaron a compartir el trabajo con tos religiosos. El P. Fulgencio que tantas cartas habla escrito a los Superic– res pidiendo misioneros, que continuamente exponía los planes a que en su mente daba vida para llegar a formar una misión grande, con todos los adelantos europeos; él que tantas cartas, llenas de unción evangélica remitía a personas para él desconocidas, pidién– doles apoyo en sus empresas; él soñador de grandes empresas, era la primera víctima que se ofrecía a Dios, y cuya vida fué acepta al Señor. El entusiasmo de abrazar a los nuevos misioneros llegados a la misión, y de compartir con ellos sus planes, sus alegrías, sus sa– tisfacciones, le hicieron apresurar el viaje, y a pesar de la lluvia torrencial que le sorprendió en el camino, continuó alborozado y contento su carrera, para estrechar entre sus brazos a los nuevos enviados de Cristo. Pero si llegó a colmar sus deseos, ali! le espe– raba la traidora enfermedad, que en breves dias lo separó de la compañía de los suyos y de su cooperación aquí en la tierra, pero no hay duda que desde allí arriba, desde aquella mansión de paz, don– de creemos habrá recibido el premio de su apostolado, hace descen– der sobre esta tierra ingrata a to.s sudores del apóstol, y estéril du– rante tantos aílos a las gracias del apostolado, la lluvia fructífera que fecunda ya esta porción de la viña del Señor, y donde seco– sechan opimos y abundantes frutos, y donde se reviste la tierra de nuevas flores y nuevos frutos, como veremos más adelante, pues es justo, que en et capitulo siguie111te nos detengamos a dar unos cuan tos datos históricos sobre la evangelización del Kansu, con el fin de que resalte mejor la labor que realizan nuestros misioneros, y que responde a las esperanzas más optimistas y a las más halagüeñas realidades, que nunca se habían concebido sobre la conversión de esta región , en diversas ocasiones abandonada por los mismos mi– sioneros que la evangelizaban, desesperanzados ante el poco re· sultado práctico conseguido, y desanimados por las poqufsimas conversiones obtenidas.

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