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ANUARIO MISIONAL 199 la noche. Yo desconfiaba de que el Setlor quisiera oír nues– tras súplicas. Creía que aún nos iba<! castígarmás fuertemen– te, a los paganos por ser tan reacios en convertirse, a los cris– tianos oor no ser más celosos en la propagartda, !I a los po· bres misioneros porque aún no somos más santos, como de– biéramos serlo. Pero el Sa1ior que es tan bueno, a pesar de todos los pesares, cuando no obstante las borrascas que nos había mandado en la primera !I segunda novena que oracticá· bamos en honor a Santa Teresita, el campo parecía destina· do a no ver ni siquiera un grano, durante fa cuarta novena, nos envió tres días seguidos de agua. f'ué nuestra salvación; de otra suerte aqul tenemos una catástrofe más que histórica. O la emigración en masa, o fa muerte de hambre en masa.• •Y de los ladrones, qué os dlréi' No me gusta tratar de este asunto porque no quisiera asustar a nadie, pero... allá va. No sé si os dije que se formó una banda de 5.{)()() hombres capitaneados por un tal Tsao-lasu, en otro tiempo carpintero de la próxima ciudad de King-9ang, donde reside su /amilip. Visitaron la estación de Tsaosheng donde está el P. Tarsiclo (el cual había puesto prudentemente los pies en polvorosaJ pero no hicieron nada. Aunque ya sabia que podfa correr al· gún peligro, como recibfcarta del P. Simón comunlcandc.me fa grave enfermedad que había pasado, salí hacia Sansl1elipu. Al tercer día que estaba all<i, a eso de las 4 de !a tarde apa· recen mis cristianos avisándonos que huyamos, los ladrones se hallan a unos 12 kms. Como !JO tenía los dos estupendos mulos y estos ladrones dan su vida por pescar uno, yo mande ensillarlos y en marcha. Llegamos a King-yang a las 8 de la noche; las puertas cerradas, y hora y media nos costó que nos las franquearan. A las 11 después de tomar unos bocados de pan podlamos echamos a dormir. Al día siguiente a Singfen· chen,- hice noche en una familia cristiana. Por toda cena un plato de harina con té, que en años normales es para los anl· males pero en este... Al dla siguiente vuelta a correr, porque se decfa que los ladrones venían sobre Sinfengc/1e11, y llegamos a tiempo para dar las orímeras noticias a los jefes de los soldados y al mo– mento llamaron a los soldados de Pingliang, .. .aunque se han portado bastante peor que los ladrones, robando cuanto han querido... Yo no temo mucho porque su jefe respeta mucho a fa iglesia !I a los misioneros, y saben que nosotros no les he-

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