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A:<UARIO MISIONAL 189 plaí'lideras, y según la importancía del entierro aumenta la contrata de esa gente para que acompañen al difunto con gran grilería de llantos y de lamentos, pues cuanto mayores sean las lágrimas, me– jor han cumplido y desempeilado su papel de plailideras y plañideros. Al ponerse en marcha la fúnebre comitiva es de rúbrica el pre– guntar a los portadores del féretro si es pesado o no. Pregunta, ad– mitida aun por los mismos cristianos, y fundamentada en la creen– cia de que el demonio se sienta muchas veces sobre el féretro para hacerlo más pesado, lo cual es de mal augurio. Motivo suficiente, para que la respuesta de los portadores sea el contestar que muy ligero. Y están tan aferrados en esta creencia, que hasta cristianos, aseguran haber visto al demonio en forma de mona. El farol, que se coloca delante del féretro, y que no debe fal– tar nunca, es para que alumbre al difunto durante su peregrinación para la otra vida. Muy frecuentemente trasladan a largas distancias el cadáver, pero ni aún entonces dejan de poner encima del féretro una gallina viva. La mayor parte de Jos kansuanos no saben el por qué de esta costumbre, pero se funda en que el carácter o jeroglí– fico chino que designa a este animal , suena lo mismo que el carác– ter que significa buena fortuna, por lo que será de buen augurio para el difunto. En otros lugares se emplea la sangre de este ani– mal, para escribir la palabra •SEÑOR• en la tableta del alma, pero esta obra queda reservada para el per:.onaje más ilustre del lugar. En la sepultura Llegados al lugar donde debe ser enterrado, redoblan sus llo– riqueos estruendosamente. Alll queman la casita de pupel, el caba– llo de la misma materia e hincan a ambos lados de la fosa, bande– ritas de papel blanco, gracias a las cuales conocerá el difunto su sepulcro y en sus excursiones no se perderá. Inmediatamente se hace una oración fúnebre consistente en las virtudes del espíritu que protege y defiende aquel lugar. Lo ordinario y frecuente en estos momentos es el proceder en– seguida al entierro, pero a veces pasan días y el féretro aparece a flor de tierra, al borde sobre la fosa, por la sencilla razón de que el adivino no cree conveniente enterrarlo, hasta que llegue una fecha de buenos augurios p11ra el espíritu. Al enterrarlo no dejan de poner algunos víveres dentro o cerca del féretro, y procuran que cerca del cementerio o de la fosa, en que se ha dado tierra al difunto, haya alguna arboleda, para que mejor pueda recrearse el espíritu del difunto.
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