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174 ANUARIO MISIONAi nes, de au!os o de aviones: pues aquí ni se conocía la bicicleta an· tes de la llegada de nuestros misioneros• (1) y nada de extrailo que esto desconozcan, los que ignoran los empleos del agua para su limpieza e higiene en absoluto rei\idas con sus personas. Pero si alguna razón o motivo podemos encontrar para justifi· car esta dejadez del pueblo kansuano, creo seré la más poderosa y convincente, la dificultbd y trabajo que les cuesta el hacerse con este elemento del agua, pues excepción de las estaciones misiona· les de Chengyuen, King·chow y Sanselipú, que cuentan con her– mosa fuente de refrescantes aguas, en las restantes estaciones mi· sionales y demás regiones del Kansu, no gozan de este magno pri· vilegio, y tienen que extraer el agua de pozos profundísimos, que existen, es verJad, en casi todas las casas. Hay pozo de 30 y más metros de profundidad; y como alli no se conocen las bombas, no hay otro remedio, que servirse de un torno y una larguísima cuer· da y de pozales de madera; porque hay que reconocer al pueblo chino la gran virtud, que posee en grado heroico, de la paciencia y con esta todo lo sufre y lo aguanta. El kansuano es sucio en demasí11, pero hasta tal extremo ha llegado a vivi~ despreocupado de su propia persona, que son infi– tos los parásitos que en su cuerpo anidan, y que viven a expensas de tanta suciedad, reproduciéndose entre ellos con la mayor natu– ralidad la escena extraila, de procu1arse el alivio de la persistente picazón, sentándose en medio de la calle, formando numerosos co– rrillos, ya de niños ya de mayores, que al aire libre se dedican a limpiarse de tan repugnantes bichos. Contribuye poderosamente al acrecentamiento de esta inmun– dicia, la mísera casa en que viven, pues la de los naturales, no se compone más que de planta haja, sin más ventilación que la puerta de entrada, y en aquel recinto uniforme, se encuentra la vivienda de toda la familia, a la vez que hallan albergue las caballerías y de· más animales domésticos. En ese plano, sin separación de tabiques se encuentra la cocina, la sala de visitas, el dormitorio, cuyas ca– mas son el duro suelo sobre unas esteras, peromás comunmente el kang, que consiste en una elevación de unos treinta cenllmetros del suelo, completamente hueco en toda su extensión, para intro– ducir en él hojarasca, pajas,lei\a etc.Es una especie de horno,cuyo calor se trasmite a los ladrillos superiores que forman la bóveda, y allí se acuesta toda la familia, defendida del frío intenso del in· vierno. (1) Corta del P. Simón de Bilbao, 2 de Febrero l!l30, publicada en •Nueva· Pompcya> Buenos Aíres.

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