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ANUARIO MISIONA~ 173 visto una enumeración cuidadosa y detallada sobre este punto par– ticular del pueblo kansuano. E.n esta región del Kansu son los camellos, mulos y asnos los que predominan aunque no falta la cabra montés, y abundan los animales domésticos y las aves caseras. Las palomas abundan tan· to, que uno de nuestros misioneros nos escribe: •si al misionero se Je proporcionara una buena escopeta o un rifle, podla tener palomas sin salir de la estación, siempre que quisiera.• V a 111 dUfcaltadea de ta mf116n toa tnconvtafenttl de toa t_ransporte.s. El ml1fonero alqalta estos 1tr1n.te1co1 camellos, y en Imponente caravana coa Clllma y tranqaUfdad tr1n1port1 aua cafas, coa los ob1cqulo1 y nea toa qae coa tanto cariño le han tr'abafado almas buenas, coraionca rrenerosos. Vida y costumbre de los naturales Los naturales del Kansu, completamente extrai'los a todo ade· lento y comercio, son victimas de su ignorancia y, por la barbarie en que se encuentran, del engallo del traficante europeo, que a ba· jos precios les compra las pieles de los animales, para después de curtirlas en sus fábricas extranjeras, volverlas a vender a subido precio, en esta misma región de donde salieron, y donde tan apre· ciado y estimado es su uso, para Ja confección de los vestidos, que les defiendan de los rigurosos fríos del invierno. Pueblo tan retrasado, no solo no conoce el flúido eléctrico, sino que como escribe un misionero: •afortunadamente no tememos, ni creo llegaremos a temer, al menos en muchos ailos, choques de tre·

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