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172 A.WARIO ,\\ISIOSAL del Norte, y por tanto parece corresponderle zona cálida, pero ya en invierno como en verano son temperaturas tan extremas las que se registran, que el termómetro llega a marcar de 17. 0 bajo cero hasta 45. 0 y 50°. sobre cero. La Provincia del Kansu tiene bosques muy frondosos, y está rodeada de altísimas montai'las, con espantosas simas y desfilade– ros, debido esto, a la formación geológica del suelo, formado de la fina arena de las estepas mongólicas, de modo que en el transcurt o de los años, las aguas han abierto profundos barrancos y precipicios. Sus campos feraces en sumo grado, producen hasta dos cose– chas al año, si acompai!an en algo las lluvias, que a veces se hacen tan raras, que pasan ai'los sin llover, convirtiéndose en eriales aque– llos campos frondosos en los que se cultiven toda el ese de cereales, muy en particular el trigo, que da un gran rendimiento, el maiz, el arroz etc. etc. La pequeila e insignificante zona de regadío, de que goza Pin– gliang, y algún otro distrito, se dedica al cultivo de las honalizas, cuyas diferentes semillas tan múltiples en nuestra tierra, han sido llevadas por nuestros misioneros, consiguiendo su arraigo y desa– rrollo, con verdadero contentamiento y satisfacción de los kan– suanos, que han sentido un verdadero placer por la acelga, en ab– soluto desconocida antes en aquella comarca, al igual que el cardo. Los árboles frutales de todas clases son cultivados en esta zo– na, y de una manera especial el peral, por cuya causa los misione– ros vasco-navarros, han pretendido elaborar la sidra con su fruto, allí tan abundante, pues la manzana escasea bastante. No faltan viilas, mejor o peor cultivadas: pero su fruto no tiene la vistosidad de la uva de nuestras tierras, y prueba de ello, lo po– demos deducir, de los vinos con aquellas uvas elaborados, que al– canzan tan solo de tres a cinco grados de alcohol. No faltan al botánico variedad de flores y de plantas, para adorno de jardines y paseos, pero en su mayorla sin aroma alguno. No es d carácter del kansuano para prestar su atención a su culti– vo, y aunque tiene lindos lugares, dotados por la naturaleza con toda clase de medios, para convertirlos en breve tiempo y con poco coste en encantadores verjeles, y en frescos bosques y bellísimos parques de recreo, pero esto es imposible verlo realizado, porque los chinos no son capaces de emplear un céntimo, que no produzca inmediatamente, o les traiga el pan a la boca. La fauna Muy pocos son los detalles, que sobre este particular podemos indicar, porque apenas en las cartas de nuestros misioneros hemos

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