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A.~UARIO MISIONAL 151 ma naturalidad que para la misión de un pueblo próximo. Su valor, su Oj)timismo tonificaba el e.spíritu de todos los expedicionarios. Ni él ni otro alguno de los que le acompañaban hubieron dado un paso por móviles del orden natural. Pero se trataba de ganar almas para Dios, de dilatar el imperio de Jesucristo; y sin!iéronse con la audacia santa de los héroes del Cristianismo. El día 14 de Marzo de 1881 lle.gó a l:i isla de Ponapé (Carolinas orien– tales) con dos Padres y tres Herma– nos Legos. Su primera vivienda fué un cobertizo construido provisional– mente con ramas de árboles. El mis– mo Padre Saturnino nos refería que P. Satanilno de Artalona él trabajó personalm~nte en la rudi- mentaria obra . Y que luego de ter– minada se acomodó, como pudo, para escribir la primera carta con la noticia de su llegada, sirviéndole de mesa un cajón de su equi– paje. Antes de terminarla, comenzó a llover tan torrencialmente, que el agua traspasó la frágil bóveda y le borró lo escrito; pero abrió un paraguas, y protegido por él pudo terminar la difícil em– presa de escribir un pliego. No es tarea fácil exponer eh pocas líneas lo que sufrió nues– tro misionero, física y moralmente. En el mes de Julio, los indíge– nas, solivian~ados por cierto pastor protestante, se sublevaron, ma– tando al Gobernador y ciento a cincuenta soldados. Los misioneros refugiáronse en el pontón María Molina, donde permanecieron en alta mar varios días sin provisiones de ningún género, mantenién– dose de algo de pesca. En el año 1896 escribía el Padre Ariñez desde Pondpé: •desde que vinimos a estas misiones hemos tenido que beber casi constantemente el amargo cáliz de la tribulación, del dolor, y sobre todo el de la esterilidad de nuestro ministerio... • (Analecta, vol. XI, pág. 339.) El Padre Bernardo de Sarriá añadía: <Cerca de diez ai\os hemos pasado derramando a manos llenas la semilla "evangélica sobre estos engañados ind!genas, y otros !antes hemos estado contemplando con el corazón lastimado, la esterilidad de nuestros continuos trabajos y ~acrificios ... • (lbid. vol. XII, pág. 305.) En el mismo año 1800 repetía el P. José d~ Tirapu: cEs impo· sible ponderar las graves dificultades con que tropezó nuestra mi· sión al fundarse, y las muchas más que se han presentado después.
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