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116 ANUARIO MISIONAL Las comuniones. t::n cíertos dias más solemnes del oilo, en la Iglesia catedral de Agaila, pasarán de 1.000 las comuniones, que se reparten el\ las dos misas, que se dicen; y el término medio de co– muniones de los domingos ordinarios será alrededor de 000 a 800. Y hay que advertir en alabanza de los actuales misioneros de Guam, que esta devoción a la Comunión frecuen:e es de nuestros tiempos, labor de nuestros PP., porque en las generaciones pasadas hubo allí rastros de jansenismo y vivía la gente muy alejada de la Co· munión. las limosnas. Los baguios violentísimos, que son frecuentes en la Micronesia, derriban no pocas veces las Iglesias y las casas; pero en unos cuantos meses están ya levantadas de nuevo. Y có· mo.. ? se preguntará: sencillamente. El chamorro improvisa con su generosidad, la pronta reconstrucción de •Guma Yuus• (Casa de D ios.) Hay en Guam una Iglesia, la actual Catedral, valuada por un arquitecto americano en 80.000 dólares (actualmente cNca de un millón de pesetas). y lo ha reunido el Padre, ano tras ano, a su pa– so por las calles, pidiendo limosna para su Iglesia. Casi a diario se le ha visto volver al convento bañado en sudor y jadeante, pero trayendo su gran pañuelo lleno de monedas; y al preguntársele có· mo lo ha recogido, contesta con toda naturalidad: eme han dado mis feligreses para la nueva Iglesia•. Y no se crea que entre los chamorros haya capitalistas, que se desprendan de sus riquezas en favor de la misión, no; la reconstrucción de las Iglesias y ca~as des– truidas, el mejoramiento de las obras misionales, lo realiza el mi– sionero con la generosidad de los pobres, porque allí lo son todos. Las promesas. Serán muy pocos los chamorros que durante el ano no h~yan recorrido las Iglesias o Capillas de la isla, cumplien– do sus promesas y votos. Cada pueblo tiene su Patrón; y cuando se celebra su fiesta, se verá atestada de forasteros, que acuden de todas partes, llevando velas, entregando limosnas y, sobre todo, misas, que tienen ofrecidas. Y para obsequiar del mejor modo posi– ble y para que nadie tenga que preocuparse de las provisiones ne· cesarias, se preparan al aire libre unas largas mesas, provistas de arroz, viandas y frutas, donde todo el mundo tiene derecho a satis· facer su necesidad. E:stas romerías chamorras, tan caraterísticas, tienen todavía una particularidad muy ejemplar, y es que jamás se permiten en esas aglomeraciones de gente, juegos, bailes ni otra diversión alguna. .M.uchlsimos, luego de terminarse las funciones religicsas, empren– den su vuelta a sus respectivos pueblos, y todos hacia el anochecer,

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