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A:¡UARIO M.ISIOSAI. &7 me idea que llevó al magnánimo P. Angel de Lonigo, primer Prefec– to, a fundar nuestro Convento de Santiago en el año 1855. Cuarenta y seis ai'los de abandono de esa gentlrosa idea no di– jeron nada al P. Joaquín: él queria, así escribe en sus cartas, •for– mar en el Convento de los Angeles como un nuevo Cenáculo de donde salieran fervientes apóstoles a evangelizar a los indios.• Mientras tanto los viejos misioneros, con la aprobación de su celoso P. Prefecto elevaron una solicitud a los Superiores Generales de RomJ indicando que se buscase otra Provincia de la Orden para Ja Araucanía, ya que los de Espai\a no podrían desligarse fácilmente de los compromisos adquiridos con los Prelados diocesanos y con la masa de fieles chilenos que reclamaban su ministerio. Así se prJve– yó de Roma; en el ai\o 1895 llegaban los primeros misioneros capu– chinos de la floreciente Provincia de Baviera, quienes con riguroso método y bajo la dirección del M. R. P. Burcardo deRoettingen han llevado la misión araucana al grado de prosperidad actual, habien– do llegado a Chile e11 36 silos, ciento treinta y seis misioneros, y conseguido que la Prefec1ura fuera elevada, en 1929, á Vicariato Apostólico, y nombrado primer Vicario el limo. y Rmo. P. Guido de Ramberga, misionero lleno de espíritu de sacrificio y de irresis– tible simpatía que le facilitu el éxito en todos los medios donde con ardiente celo actúa sin de~canso: ya tiene su Seminario A . en S. José de la Mariquiila: ya ha orderado en el afie W33 al primer sa– cerdote araucano. Mientras llegaba esta providencial solución el P. Pedro de Usún destinó en 189'2 a la misión de Boros al R. P. José de Cala– sanz de Manresa y al Hno. Fr. Antonio de Vidaurreta que encon– traron instalado en ella un piquete de soldados de caballería para tener a raya aquellas bravas tribus; pero en cuanto llegaron los misioneros, se hicieron innecesarios porque su autoridad moral re– cobró al punto absoluto ascendiente sobre los :ndios. A la Estación misional de Nueva Imperial fué destinado el R. P. José dePotries y el Hno. Fr. Gabriel de Ador que trabajaron admirablemente durante cuatro años como los de Boroa. El P. Pedro creyó necesario em– prender un viaje a Espai1a en 1898 para definir la situación engo– rrosa que las circunstancias le habían creado. Acababa de ser nom– brado Provincial de la Provincia de Ja Madre de Dios el M. R. P. Angel de Villava, misionero experimentado del Caquetá en Colom– bia, quien tomó muy a pechos cuanto se relacionaba con Chile. Antes de que llegara el P. Pedro ya había enviado una expedición bajo la obediencia del R. P. Lucio de Obanos. Sobrevino enseguida la di– visión de Provincias entre Navarra y Cataluila; el P. Angel de 7

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