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-25- fian á Ios primeros se hall an á menudo en opo– sición directa con las que dis tinguen á los úl– timos. Los colores acordes y graduados no son pro– pios de lo sublime. La belle za exige tamaños no de smedid os, adecuados á la clase á que el obje to per tenece: lo sublime suele hallarse en objetos de dimen siones extraordinarias. L o bello demanda lineas regul a1·es y que suavemente va rien: Jo sub lime busc a, cu and o no 1·ectas vio– lent amen te cort as ó bien ind efinidas , cu rva s no s ujet as á un a ley regul a r. L as razone s propor – cionales de lo s ublime pueden ser de sme suradas (un a cres ta agu da en un a gran monta11a) , y de sord enada la colocac ión de s us pa rte s (rocas amontonadas) . Atendiendo a l objeto en su con– junto, así como la unid ad complet a es necesa ria á _la belleza del objet o de s uerte que s i a lgo falta en él fáci lmente s o ad ivine y se complete , puede se r ventajoso para lo sublime el dej a r de perci– bir un a parte del objeto, como cuando las nube s nos roban alguno de los contol'l1os de unn mon– taña . Finalmente s i el acuerdo, la ·armonía son el principio de la belleza, lo sublime nos pre se n– ta á menudo el aspecto de la lucha, de los más de cidid os contrastes. (1) La belleza , además, lo requiere todo gradua– do, todo en su punto; la sublimidad se acompaña (1) Entténdaso que el a~pecto desordenado que presentan muchos objetos sublimes naturales es sólo relativo y cslá subordll ado al orden u111vrrsal de la naturaleza, como rácllmenie podemosreconocer en nl– gunos rcnómenos metcorológtcos.

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