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-154- que degenere en familiar ni desalifiado; grave y digno sin afectación; á veces, sin embargo, la grandeza del asunto y la dignidad del orador exigen que sea elevado ó sublime. Tocante al lenguaje debe siempre evitar las voces técnicas y cultas y acomodarlo al lugar y á las personas, porque es evidente que no han de emplear el mismo, el misionero que dirige la palabra á pue– blos salvajes, el sacerdote que habla á los sen– cillos felig_resesde una aldea y el orador que pre– dica en una ciudad populosa ante un auditorio ilustrado. · Modelos.-Aun qu·e la oratoria sagrada em– pieza con la predicación de Jesucristo y la de sus discípulos, y son notables en el siglo I San Be1·– nabé y el Papa San Clemente, y en el siglo II · y 111 San Ignacio Obispo de Autioquía y los apologistas Orígenes, San Clemente de Alejan– dría, San Justino, Tertuliano y Lactancio; la edad de oro para la Iglesia de Oriente fué el si– glo IV, en el que florecieron San Ata nasio, San Gregorio Niceno, San Basilio y San Juan Cri– sóstomo (el de la boca de oro). En la Iglesia la– tina brillaron San Hilario, San Ambrosio, San Gerónimo y San Agustín . En la edad media (siglo XI ) floreció San Bernard o que fué el dig– no precusor de San Fran cisco de Sales, de San Vicente de Paul y de los ilustres Predicadores del siglo XVII. En los tiempos modernos fueron la gloria del púlpito .en Francia, Bo ssuet, Bourdaluc, Feno– lón y Masillón; y en el siglo actual Lacorduire,
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