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• -153- tes, no empef!ándose el orador en profundas di– sertacioues metafísicas, porque se funda en la autol'Ídnd de la palabra diviua y va dirigido á un auditorio creyente. 2 º El asunto del discurso ha de ser con pre– ferencia mornl y 1·elncionodo con el géne ro de vida de los oyentes, porqu e el tin principal del orado r es pe1·suadirles é inclina1· su ánimo á la práctica de la virtud. 3. 0 Ha de precisarse bien el as unt 9 del ser– món, porque si fuese vngo y general, no conse– guil'Ía el orador el ohjeto ql!e se propone. En cuanto á la forma deberá ten e,·se presente: 1. º Que el exordio sea breYe y consis ta en la explicación del texto ó en la narración de algún hecho de la Historia sagrada relucionado con el asun to. 2. 0 Que la proposi ción sea muy precisa y no se di vida sino cuando sea indispensable. 3 . 0 La confirmación se hará por amplificn– ción, porque nadie niega al orad or las grandes verdades que establece. 4. 0 La refutación no existe en realidad, uun– que el ora dor la introduce á veces destruyendo las ohjec ione s que el mismo se hace, s uponien– do que otros podrian presentadas. El epílogo ha de se r breve, y termina gene ralmente en una fer– vorosa y enérgica exhortación ó en unn invoca– ción ú Dios, á la Virgen ó á los Santos. En cuanto al .lenguaje y estilo Jeben acomo– dn,·se á la nnturalezn del nsunto y á las.condi– ciones del auditorio. En gene1·al será sencillo sin

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