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-136- re ciertamente en los libros sino en el trato so– cial, único que presenta al homb1·e tal cual es .en realidad. Este conocimiento, fruto de la ol>– servación, es muy pl'Ovechoso al orador, por– que por su medio adquiere la prudencia, la se– renidad de ánimo y el imperio de sí mismo, tan necesarios para conservar la rectitud del juicio y no abandonarse ciegamente á los impulsos de su corazón en los momentos de mayor entu– siasmo. Cualidades morales.-A las dotes intelec– tuales ha de unir el orador las cual idades si– guientes: lwnracl e~, benevolen cia, modestia, entere~a ele cará cter y exquisita sensibilidad. La honrade~ le es tan necesaria, que si por desgracia no la posee se verá obligado á fingir– la. La ve,·dad y la vil'lud, con ser tan poderosas por sí mi!"mas, pierden gran parte de su va lor y fuem1 en los labios del vicioso: además es imposible que inspire confianza y logre la per– suasión del audito,·io el orador de costumbres conocidamente malas ó simplemente sospecho– sas. La buena fama del orador da autoridad á su palabra y le asegura casi siempre el triunfo de su causa. La benevol encia es ott·a prenda que le hnce re come ndable y simpático á s us oyfrntes, los cuales seg uir án con sumisión sus consejos, si los consideran inspirados por un verdadero amor. No le es menos nece~al'ia la modestia para atraerse el respeto y la s simpatías de sus oyen– tes; la prern11ción y el orgull o enagenan las vo-

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