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17 EVANGELISMO FRANCISCANO: UNA APUESTA POR EL HOMBRE 283 radar para salvaguardar los derechos de los indios. Lucha también por que éstos queden liberados del diezmo. Su lectura socio-evangélica le llevaba a pensar en poblaciones indígenas que económicamente se autogestio nasen y que estuvieran libres de todo gravamen. Por este motivo, mostrará su total oposición a todo sistema de trabajos o servicios personales. En 1565 escribe a Felipe II presentándole veinticuatro cuestiones para el buen gobierno de Nueva España; ideas que vendrían suscritas cinco años más tarde por los franciscanos de México. Dedica grandes esfuerzos a la organización y concentración de los poblados indígenas en torno a los conventos franciscanos, de tal manera que pudieran estar mejor defendidos y atendidos dentro de los límites de las reducciones. Sueña con la organización de una república india inde pendiente de los españoles, incluso llega a sugerir la posibilidad de tener un obispo para españoles y otro para los indios. Al margen de lo utópico de la idea, sí es importante que para aquél que fuese prelado de los indios, se le debía exigir el conocimiento de las lenguas nativas. Cuando, hacia el final de su vida, se da cuenta que su proyecto no es más que una tito- pía, como lo eran las de Thomas More, Tomaso Campanella o Francis Bacon, considera que se perdía una oportunidad única de traducir el Evangelio a una sociedad cristiana perfecta, y de lo que él estaba since ramente convencido. En 1574 se entrega a la ardua tarea de escribir la “Historia Fctesidstica Indiana”, que la interpreta él a partir de su ideal y de la experiencia vivi da por los Doce apóstoles de México, como verdadero paradigma de una Iglesia, al mismo tiempo, primitiva y misional. 2. LuCHA POR LA DEFENSA Y LIBERTAD DEL NEGRO Y DEL INDIO Dando un salto en el tiempo, y llegando hasta la segunda mitad del siglo XVII, también en las tierras de las Indias Occidentales, nos encon tramos con la atención singular al negro. En esta ocasión se tratará de los Capuchinos, destinados a la evangelización de los indios en Améri ca, pero que amplían su radio de influencia y dedicación también a los más oprimidos de aquel momento y contexto, que no son otros que ]os negros esclavos ttasladados desde las tierras de Africa. Corno podemos imaginar para 1680, las lecturas de evangelismo indiano eran ya una per fecta entelequia de la que pocos se acordaban, más movidos por la nece saria conversión de las almas, la implantación de una estructura coherente en aquellas Provincias de Ultramai; así como la búsqueda de soluciones oportunas a una maltrecha economía, como era en aquel momento la de la corona.

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