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282 MIGUEL-ANXO PENA GONZÁLEZ 16 la “Psatinodia christiana y sermonario de tos sanctos de/año en lengua mexi cana”, México 1583. Escribió y publicó numerosas obras de carácter pastoral, tanto en las imprentas de la Península como en las de Nueva España. Nos encontra mos con obras hagiográficas, como es el caso de la “Vida de San Berna,— dino”, en náhuatl, u obras de formación religiosa y espiritual: Evangelios y Epístolas, Sen nones, Cotoqt dos y doctrina cristiana. Pm/ii ¡odia, Exercicios Quotidianos, A’Iai,tial del Christiano (o vida de casados). Obras de carác ter filológico el “Vocabiila,-io trilingüe”, en castellano, latín y náhuatl. Sus obras sil-vieron como medio de encuentro y hen-amientas para muchos otros misioneros que se dedicaban al estudio de la cultura y lengua de aquellas tierras, así como para los indígenas a los que se enseñaba a leer y escribit; convirtiéndose además éstos en maestros de los propios misio neros, de tal suerte que se creaba una simbiosis perfecta. e) Jerónimo de Mendieta (1S2516O4)22 Este vasco, natural de Vitoria, es enviado a México y destinado al con ‘ento de Tlaxcala, donde convive con Motolinía, de él aprende a enraizar la vida franciscana en el contexto indiano, así como todo lo referente a la evangelización, trato gobierno de los indios, incluso a la organización y estructuración de la Iglesia indiana. Vive por tanto del ideal que proyecta y comprende la organización de la Iglesia en aquellas tierras como una vuelta a la expansión de la primitiva Iglesia. Se trata de un hombre ide alista y sensible, que se deja cautivar por la bondad de los naturales de aquellas tieiras, creyendo sinceramente en la configuración de una Iglesia ideal. Considera necesaria una coherencia de vida en los misioneros para lograr la conversión de los indios. En su afán de atención de los naturales, se afana en el estudio del náhuatl, que pronto hablará con gran soltura. No se arredra ante las difi cultades, escribiendo, en diversos momentos de su vida, incluso al empe 22. S. ZABALA, La utopía de Toiiuís Alojo cii la Nueva España, México, 1937; 1. A. MA RA\’AL, “La utopía pulítico-reliciosa de los franciscanos en la Nueva España”, en Estudios A,i,ericauos 1 (1949) 197-227; L. GoNzÁLEz CÁRDENAs, “Fray Jerónimo de Mendieta, pensa doi; político e historiador”, en Revista de Historia de América 28 (México, 1950) 331-376; L. GÓuEz CANEDo, “Juan de Zurnárraga y Jerónimo de Mendieta. Dos grandes artífices de la primitiva cristiandad en América”, en 1. ARANA PÉREz (coord.), Los vascos y América. Ideas, hechos, hombres, Madrid, Espasa-Calpe, 1990, 283-288; F. de SoLANo, Jeróiihiio de Me,zdieta, testigo y cronista de la coizqt iista espiritual de México, en ignacio ARANA PÉREZ (coord.), Los j’ascosv América. Ideas, hechos, lioi,ibres, Madrid, Espasa-Calpe, 1990, 298-306; D. BoRoalo, Evangelización y sacralljeiltos en la Nueva España (s. XVI) segzíil Jeróiunio de Ateiidieta. Lecciones de ayer para hoy, Murcia, Servicio de Publicaciones Instituto Teológico de Murcia O. F. M., 1992; ID., “Principales agentes en la evangelización de América durante el siglo xvi según Jerónimo de Mendieta”, en Carthaginensia 8 (1992) 661-682.

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