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132 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ Curiosamente, sociedades que se mantienen al margen en lo referente a lo 'cultural', no actúan de idéntica manera respecto a lo económico, siendo en este aspecto mucho más condescendientes y abiertos de mente. 4. LAS GRANDES DIVISIONES CULTURALES No cabe duda, después de lo que hemos señalado anteriormente, que las grandes divisiones entre la humanidad y su fuente de conflicto son fundamental– mente culturales. Los elementos que las suelen determinar, aunque desde pos– turas liberales se intenten relativizar, están configurados por los siguientes aspectos: la religión, la historia, la tradición, el idioma e incluso la escritura. No podemos negar además, que esta separación y distancia es cada vez más profunda, y se va acentuando con más fuerza. Desde hace más de una década, venimos oyendo hablar de fin de la histo– ria, de retorno de las rivalidades tradicionales 10 ; y éstas como elemento de con– flicto entre los estados. De manera más profunda, se da una fuerte contradicción entre dos elementos: tribalismo y globalización. Estos enfrentamientos siempre buscan un elemento crucial, identificador, que sirva para dar sentido e incluso para justificar una manera concreta de pro– ceder. Pero, es evidente, la fuente de conflicto es muy amplia y no se puede identificar de manera simplista, por ello se impone como medio de conocimiento, identificar elementos que podemos sintetizar en un triple grupo: ideológico, eco– nómico y cultural. En el mundo que se nos impone, la relación entre estados seguirá siendo fundamental, aunque la política global se debatirá entre naciones y grupos de civilizaciones diferentes. Ese aspecto cultural identificará y dará sentido a las gentes, de manera más fuerte que las fronteras estatales. Lo podemos constatar ya en el enfrentamiento de Oriente y Occidente. El fin de la guerra fría de los blo– ques, supone una vuelta al conflicto tradicional de culturas, no al fin de los con– flictos y hostilidades, si no a nuevas vertientes y desencuentros. Pareciera que Occidente se impone a todos los demás ¿no hay bastante de esto? Pero esa imposición no lleva ya a los parámetros tradicionales, se mueve en nuevas cla– ves culturales. Ante esta situación no valen posturas neoliberales, por un lado, o ético ide– alistas, por otro. Es necesario llegar al consenso del diálogo desde Jo religioso, desde aquello que une a las gentes, pero que también puede servir para sepa- 10 Acerca de este tema véase la obra ya clásica: F. FUKUYAMA, El fin de la historia y el último hombre, Planeta, Barcelona 1992.

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