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DIÁLOGO O CHOQUE DE CIVILIZACIONES 127 político y de fronteras o intereses. Las migraciones no son una circunstancia que se deba exclusivamente a un cúmulo de sucesos o situaciones aisladas, sino que afecta a toda la existencia de las personas que se ponen en camino, de sus familias, de sus tierras y países, así como del lugar y gentes a donde llegan. Por lo mismo la emigración, aunque muchas veces no seamos conscientes de ella, no permite a nadie permanecer impasible, obliga a tomar partido. Ante la reali– dad en la que viven infinidad de personas no es posible anteponer la política de control de fronteras y personas, puesto que éstas suponen la limitación real para muchas personas. Por otra parte, si miramos hacia atrás, hacia nuestra historia, hacia la más reciente y hacia la que es más remota, nos encontramos que ante un proceso común de la humanidad no es posible la justificación y defensa de la visión actual. Dependiendo de las personas, este tipo de realidad provoca una manera de estar y comportarse. No podemos negar que nos encontramos posturas para todo; desde el que permanece impasible e indiferente, hasta el que toma clara– mente una postura, que desgraciadamente, puede ser de doble vertiente, posi– tiva o negativa. Evidentemente resulta mucho más llamativa aquella que se sitúa en contra del diálogo, en contra de toda civilización y cultura que pueda hacer peligrar la suya. No podemos tampoco olvidar que la realidad de la emi– gración es tan ingente, que podríamos hablar casi de un continente que entra en otro continente. Realidad que no afecta únicamente al número de habitantes, sino especialmente a sus costumbres, cultura e idiosincrasia concreta. Es el miedo inconsciente a lo desconocido, a lo diferente. Y por tanto, al desconocido y al diferente. 2. EL CHOQUE DE CIVILIZACIONES En la actualidad, el mayor conflicto de civilizaciones viene determinado por el mundo musulmán. Y así se ha ido manifestando en los últimos años. Frente a lo que tradicionalmente hemos entendido como Occidente, una sociedad sur– cada por una ética cristiana, aunque luego haya podido derivar hacia situacio– nes diversas, se quiere imponer un mundo islámico sumamente desconocido y replegado sobre si mismo, donde no hay posibilidad ni interés hacia cualquier forma de diálogo, donde la confianza y la apertura no se consideran como valo- . res necesarios para la convivencia, por lo que el choque de civilizaciones se hace más agresivo y violento. Nos encontramos con un pensamiento cerrado, llevado casi hasta el extremo del fundamentalismo, y en algunos momentos, hasta sobrepasando esa barrera formal 3 . 3 La reflexión sobre el choque de civilizaciones ha sido fundamentalmente encabezada por Samuel P. Huntington, con visiones demasiado negativas y liberales, pero que en muchos casos no

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