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126 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 1. CONSTATACIÓN DE UNA REALIDAD El choque de civilizaciones ha sido una realidad que ha afectado a las sociedades de todos los tiempos y que se ha mostrado más claramente y en toda su crudeza en la construcción de los grandes imperios o culturas, especial– mente aquellos que estaban determinados por un carácter más hegemónico. Así se muestra claramente con el mundo helénico, romano o musulmán, funda– mentalmente1. Pero este amplio abanico de realidades, que podemos ir confron– tando con el paso del tiempo y de la historia, se hace más visible en el mundo en que vivimos, en el momento presente. Es la realidad que nos circunda y que nos pone constantemente a prueba. No es posible renunciar a ella, puesto que ya es parte de nuestra realidad cotidiana. De manera anecdótica y casi jocosa podríamos recordar una realidad española blanca, sin contrastes, donde el diferente -oriental, africano, afroame– ricano, indio- era algo que producía sorpresa o novedad. Era lo distinto, aquello con lo que uno se quería comparar, saber diferencias y coincidencias ... ponía en marcha todo un mundo de descubrimientos y de mitos, de imaginaciones desbordantes. Un mundo fantástico que, en ningún momento hacía referencia a lo cultural, sino que se veía fuertemente sorprendido por lo externo. Pero esta ya no es la realidad que nos acompaña. En cualquiera de nuestros ambientes es ya normal ver gente de todos los continentes, culturas e incluso religiones. Esta– mos ante un mundo nuevo, del que ahora se ha convertido en un tópico el afir– mar que se trata de un mundo globalizado, algo que no terminamos de saber muy bien qué quiere decir y cómo lo hemos de interpretar 2 • Las emigraciones ya no son acontecimientos excepcionales, que se pue– den leer en el periódico o ver en la televisión, sino que suceden en nuestro ámbito de desarrollo cotidiano. La emigración es una realidad constitutiva del hombre, por lo que no podrá ser entendida como un acontecimiento excepcional y menos aún gestionado como un hecho regular únicamente desde el campo 1 Es necesario precisar que, estas tres culturas que se impusieron en diversos momentos de la historia, tienen unos niveles de consideración diferente. Es claro que no los podemos identificar sin más. La implantación de la cultura greco-romana supuso un fuerte aldabonazo al desarrollo de Occidente, no fue simplemente la asimilación por medio de una fuerza física e impositiva, sino la asunción de una manera más evolucionada en todos sus sentidos. Frente al mundo circundante, Grecia o Roma eran auténticas potencias en todo. Era la imposición de una cultura que, aunque en evolución, representaba un claro avance para la sociedad. Suponía un choque desigual de civiliza~ ciones, por eso se impusieron con tanta fuerza. 2 Afirmar que estamos ante un mundo globalizado, supone recuperar e! ya clásico concepto de koiné; pero no puede ser simplemente !a aceptación de una convergencia de lenguas, que pone en contacto y diálogo a continentes y culturas diversas. Ha de suponer también la convergencia hacia una aceptación y respeto común, donde !os derechos y deberes del hombre, de todo hombre, se hagan cada día más reales y auténticos, más genuinos. Acerca de este tema, cf. S. MEZZADRA - E. RIGO, "t.:Europa dei migranti", en G. BRONZ!NI - H. FRIESE -A. NEGRI - P. WAGNEA (Eds.), Europa, Cos~ tituzione e movimenti socia/i, Manifestolibri, Roma 2003.

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