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DIÁLOGO O CHOQUE DE CIVILIZACIONES 139 nomos e independientes. El proceso de acogida y apoyo social ha de abarcar a todo el individuo y a sus propias necesidades. De esta manera parece que sería una buena medida, en la potenciación de estos valores, facilitar y potenciar la inmigración familiar, de núcleos familiares completos, de tal manera que no se rompa el cordón umbilical y la política solidaria se convierta en una opción soli– daria por la familia. Por otra parte, cuando el desplazamiento es de todo el núcleo familiar se intuye que puede ser más fácil la integración. De esta manera, el inmigrante tiene más posibilidades de ser un elemento más de normalidad social, funcionando la familia como nexo configurador también en la experiencia de diáspora. Por otra parte, no se puede olvidar que la inmigración siempre es una experiencia desgarradora, y que se han de poner los medios necesarios para que resulte menos traumática. La superación de las distancias, el acercamiento, la normalización de las relaciones entre todos los miembros de la sociedad, tanto naturales como inmi– grantes es una prueba clara de crecimiento 15 . Con todo, no se puede ser inge– nuo, a la hora de potenciar este tipo de pasos, puesto que requieren tiempo y serenidad, para que se asuman con naturalidad. Por lo mismo, optar por la inmi– gración familiar lleva ya consigo una selección, puesto que aquel o aquella que se desplace con toda su familia, buscará un nivel de bienestar y desarrollo social, no afrontará otro tipo de situaciones de conflicto externo que nos encon– tramos en el momento presente. La opción por la familia supone entender que el individuo tiene unas necesidades que han de estar cubiertas para que sea una persona plena. La inmigración, como opción solidaria, no cabe duda, que tiene su forma externa más evidente en el escenario social con la integración familiar en un lugar concreto, donde el inmigrante, pase progresivamente a ser miembro de una determinada comunidad local, donde pueda hacer uso de todos sus dere– chos y deberes, ejerciéndolos sin el miedo a ser mal visto o rechazado por su simple apariencia externa. No se puede olvidar que la solidaridad tiene como fruto veraz la integración, que abarcará tanto lo social como lo cultural, de tal manera que se produzca una asimilación rlfl las normas existentes en la socie– dad de acogida. Esto quiere decir que, el modelo familiar propuesto será aquel que se ha visto como más equilibrado: el de una familia compuesta por un hom– bre y una mujer y el fruto de la relación entre ambos. Esta respuesta concreta se opone a la que resulta más frecuente, que es aquella en la que nos encontramos con grupos culturalmente autónomos e inde– pendientes, donde los individuos intentan encontrar refugio ante la agresividad y desconocimiento de la sociedad a la que llegan. Es una apuesta solidaria que 15 No cabe duda que a este nivel, los núcleos cerrados que mantienen las tradiciones e identidad propia no ayudan a la superación de distancias.
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