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138 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ - Responsabilidad Comúnmente se piensa que los individuos, en la medida en que van asu– miendo obligaciones, tareas que desempeñar o cometidos que cumplir, se van haciendo responsables. Pero esta responsabilidad teórica ha de ir acompañada de una fuerte carga de asunción personal en la que la responsabilidad ha de ser vista no sólo como algo necesario, sino también como un valor. No será posible superar la dificultad implícita del choque de civilizaciones sino partimos de la necesaria responsabilidad para cumplir nuestra parte del contrato. No será posi– ble entablar un auténtico diálogo en que cada uno no asuma sus actos, donde se trate a los individuos de forma equitativa. La responsabilidad supone desde este horizonte de sentido un plus a la autenticidad, mostrando que aquello que se ha dicho se cumplirá rigurosamente. Es la manifestación social de la implica– ción de un comportamiento ético, de ahí que en estos temas se de el aprove– chamiento de otros individuos, en concreto de mafias, cuando no hay claridad y transparencia, no sabiendo de quién nos podemos fiar verazmente. - Confianza Gran parte de las actividades que realizamos cada día suponen una con– fianza en otros individuos. El concepto ético de la confianza, que lleva implícita una cooperación natural y no forzada, es indispensable para el diálogo entre los individuos, pero más cuando estos tienen culturas diversas. Para llegar a supe– rar las dificultades del choque cultural es preciso tener como fórmula de com– portamiento unos altos niveles de confianza entre ambas partes: una comunica– ción más sincera y profunda, comunicación más veraz de los problemas y las dificultades, una solución más sencilla de los problemas y una corresponsabili– dad más efectiva, cuando sea posible. -Apertura Pero la aceptación del diferente supone también una fuerte capacidad de apertura al otro, al diferente, puesto que no será posible caminar si estamos cerrados en lo que siempre hemos visto, conocido y aprendido. Es necesario situarse en la aceptación de un mundo en constante cambio, donde el diferente ha de empezar a ser comprendido como prójimo, como aquel que está a nuestro lado y construye con nosotros la sociedad del hoy y del mañana. Por circunstan– cias socio-culturales nos hemos acostumbrado a vivir encerrados en nosotros mismos, mirando incluso por encima o debajo del hombro, a los de otras regio– nes, a los de otros países. Cuánto más cuando se trata de aquellos que están geográfica y culturalmente más distantes de nosotros. Parece claro que en la asunción de estos valores se muestra de forma patente que no sirve como opción, seguir manteniendo grupos totalmente autó-
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