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136 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ tiempo y fortaleciendo este esquema, el eje militar se sitúa al lado del econó– mico, determinando al mismo tiempo lo político. En esta lógica, donde lo que prima es la defensa, se impone la búsqueda y tutela de la seguridad. Ésta se sitúa como un todo a defender, llevando a alinea– mientos cerrados y conflictos ideológicos. Es una vuelta al talante de guerra fría. Una guerra fría, que se puede identificar desde tres elementos fundamen– tales: oleada neoliberal, globalización, irracionalidad posmoderna. 5. SOLIDARIDAD, COMO INSTRUMENTO DE ENCUENTRO Y DIÁLOGO Una respuesta adecuada al presente conflicto supone el caminar, de forma ordenada, hacia el encuentro y el diálogo. Dicho camino ha de estar abierto a todo aquel que lo quiera emprender, sin descuidar aquello de lo que vamos a dialogar y la manera cómo lo vamos a hacer. La alternativa es la solidaridad, donde cada uno aporta aquello que tiene como más propio y genuino, donde las cosas no se miden ya por un valor monetario, sino por la implicación y el interés que nosotros ponemos en ellas. La solidaridad supone aprender de lo ya vivido; en nuestro caso del choque de civilizaciones, de tal manera que se pongan los medios aptos para la superación del conflicto y la asunción de una nueva cate– goría determinada por el diálogo. Más que el encuentro de grupos culturales dis– tintos, será la promoción y búsqueda de lugares comunes, capaces de posibili– tar el encuentro y la integración, entendiendo además que dichos espacios, son provocadores del cambio, de una nueva situación que se opera en toda la reali– dad cultural y social, tanto en la inmigrante como receptora". No cabe duda que la solidaridad supone un esfuerzo que ha de ser asumido por todos. A este respecto, G. Sartori afirma que "la integración se produce sólo a con– dición de que los que se integran la acepten y la consideren deseable. La verdad banal es que la integración se produce entre integrables y, por consiguiente, que la ciudadanía concedida a inmigrantes que no se pueden integrar no lleva a inte– gración sino a desintegración" 14 . Teniendo esto presente el esfuerzo que se ha de hacer ha de estar mejor dirigido, de manera especial hacia aquello que se quedan al otro lado de la línea de la exclusión, mostrando que para ellos también hay posibilidades. Así, la integración se ha de convertir en una forma de vida, en una solidaridad que lo impregna todo en nuestra sociedad, de tal manera que sea posible cohesionar las diversas entidades en juego, la de origen y la de acogida, 13 Acerca de este argumento, cf. J.W. BERRY, "Acculturation and Adaptation in a New Society", en Jnternational migration 30 (1992) 69·83. 14 G. SARTORf, La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros, Taurus, Madrid 2001, 107.
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