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DIÁLOGO O CHOQUE DE CIVILIZACIONES 135 Por otra parte, no cabe duda que cuando se da una agrupación de las civi– lizaciones con un estado, al mismo tiempo se está dando un encuentro entre poder y civilización. Porque, aunque el estado no determina totalmente a una civilización, sí la puede llegar a controlar. El estado promueve la expansión de unos valores concretos en una civili– zación concreta, pero no puede garantizar su supremacía. Esto se ve con gran claridad con la entrada de inmigrantes en Occidente. El beneficio indiscutible de la mano de obra barata, no puede impedir ni detener las fuertes culturas que acompañan a los inmigrantes (hispanoamericana, islámica, oriental), con las distintas connotaciones que esto implica. En este sentido, E. Todd sostiene como tesis que la asimilación es en mayor o menor medida, en un espacio de tiempo adecuado, el efecto predecible de la evolución social. Así, opina él, la cul– tura mayoritaria se impondrá siempre a la de las minorías 12 . Poder y civilización implican procesos estructurales diferentes, por lo que no pueden ser entendidos como una única cosa. Es una cultura lo que identifica, pero en una civilización puede, y de hecho así sucede, se encierran varias culturas. En el fondo el choque entre civilización y poder nos está hablando de algo más profundo, de los residuos que todavía nos quedan de la guerra fria; cuando todo aquel estado con posiciones diferentes era considerado enemigo. El camino de aquí en adelante es como muy lógico. De la guerra fría se pasa a las nuevas amenazas (años 90), que vienen a derivar en el choque de civilizaciones. Con todo esto, volvemos a confirmar lo que señalábamos respecto de la cultura. Ya no es algo espontáneo y apolítico. La cultura se convierte en un juego de intereses de unos grupos políticos (elites) que, en razón de sus necesidades, utilizan e instrumental izan la historia, las tradiciones, las lenguas propias... e incluso la propia cultura. De esta manera es la política la que crea cultura. Es la política la que pasa a ser el medio identificador del estado. La cultura se puede llegar a convertir en un medio al servicio de la secesión y la política en su contenido. Con estas bases los conflictos pasan a ser: interculturales e intercivilizatorios. El contexto político, desde el mundo musulmán, busca apoyos en el Corán para legitimar su estructura de poder. Por el lado opuesto, Estados Unidos y sus aliados, que ven sus intereses económicos amenazados, recurren a Dios y a la civilización. En este esquema de pensamiento, donde lo que determina es la lógica de choque, todas las civilizaciones no occidentales pueden ser enemigas. Al mismo 12 Cf. E, Tooo, El destino de los inmigrantes. Asimilación y segregación en las democracias occidentales, Tusquets Editores, Barcelona 1996.

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