BCCAP000000000000120ELEC

134 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ una unidad clásica. De esta manera, queda el camino expedito para el conflicto cultural. El factor determinante de los conflictos entre los estados, lleva a un segundo o tercer nivel los conflictos internos. Sólo conseguimos ver la cáscara, lo externo, lo aparente. Dejamos de tener verdadera conciencia de los conflictos sociales que vive cada pueblo. Las realidades concretas no cuentan y, de esta manera, tampoco cuenta el hombre que las sufre y padece en toda su crudeza. De manera concreta, el choque de civilizaciones se extrapola y aplica a todo el mundo islámico, cuando debería ser referido únicamente a situaciones concretas y puntuales. Dos son los elementos que se utilizan para justificar esta postura: - el Islam, como denominación común; - una lectura errónea del Corán. La historia, por otra parte, nos ha enseñado que los estados pueden estar en guerra, mientras las culturas que forman parte de esas civilizaciones produ– cen amplios y ricos intercambios. Los ejemplos son de gran fuerza: Alfonso X el Sabio, los Reyes Católicos, en nuestro entorno inmediato, pero hay muchas más. Por otra parte, aquellos que llegan al choque y al enfrentamiento, que optan por el no-diálogo suelen ser civilizaciones que se consideran y valoran por encima de las otras, que se creen más modernas; aunque esto albergue toda una gran falacia. También es cierto que hay sociedades que se sienten atacadas por la Modernidad, pero no por eso dejarán de ser más humanas y con un valor cultural amplio. El nivel de medida ha de ser otro. Desgraciadamente, el que triunfa en el enfrentamiento, también lo hará ide– ológicamente, puesto que impondrá su manera de pensar y hacer. Por esto mismo tiene un grandísimo riesgo el determinar la importancia de las c.ivilizacio– nes en razón de su cultura y jerarquía, en relación con la Modernidad. No se puede considerar que cuanto más modernas sean, su cultura será más perfecta y estará más purificada y preparada para el gran desarrollo de los valores nece– sarios para que el hombre pueda crecer socialmente. Podemos usar como ejemplo a Occidente; éste viene definido por los siguientes 'valores': democracia liberal, economía de mercado, libertad indivi– dual, derechos humanos. Es interesante que hagamos el esfuerzo crítico de enfrentar estos elemen– tos con la realidad concreta que vivimos en Occidente. Podría evitarse un cho– que de civilizaciones, en razón de que no tienen responsabilidad política ni nin– gún núcleo de autoridad que se superponga.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz