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506 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ realistas 11 • Algo que queda manifiestamente patente en La Paz, despi.és de la rrocesión de la Virgen del Carmen. La peculiaridad de los hechos acaecidos en La Paz está vinculada a la capacidad que los líderes del levantamiento tuvieron para mantener el asunto en secreto hasta el último momento, al tiempo que la incapacidad del Gobernador e Intendente para intuir los hechos a partir de las denuncias de algunos lugareños. Los grandes artífices del mismo serán José Antonio Medina y Pedro Domingo Murillo, que sólo harán partícipe de todo al jefe de batallón de milicias, el español peninsular Juan Pedro Indaburu. Al mismo tiempo, para ir organizándolo todo, se recurre a reuniones secretas, en las que estarán presentes un nutrido grupo de individuos formados en Charcas, y que componían el entramado social, fundamentalmente criollos de La Paz y sui. entornos. Entre ellos se encuentran Juan Bautista Sagámaga, Juan Basilio Catacora, Mariano Michel, Juan de la Cruz Monje y Ortega, Gregorio García Lanza, Joaquín de la Riva, Baltasar Alquiza, José Antonio Medina, José Manuel Aliaga, Francisco Xavier Iturri Patiño y Juan Manuel Mercado. Entre los españoles peninsulares, en un número muy inferior, Juan Antonio Figueroa, José Mariano Castro y Francisco J. Iriarte y Bernabé Ortiz de Palza. Al mismo tiempo, de las excomuniones posteriores, se deduce también un grupo significativo de individuos que desempeñaban oficios humildes, por lo que se les conoce sólo por el apodo 12 , y que lógicamente irían aumentando según pasaba el tiempo. Las acusaciones se dirigían, fundamentalmente, contra el obispo de La Paz, Remigio de La Santa y Ortega, del que se afirmaba que había mantenido correspondencia con la princesa Carlota, y que para ello actuaba de acuerdo con el Presidente de la Audiencia y con el Arzobispo de Charcas. Los revolucionarios escogen aquel día, aprovechando que la atención estaría centrada en la procesión de la Virgen del Carmen, patrona del ejército, que se celebraba a las seis de la tarde, por lo que luego serían licenciadas las tropas. Así sucedió y, al terminar el acto religioso, el obispo y el intendente Tadeo Dávila se retiraron a la :.:asa de este último, para departir un rato. Los revolucionarios encabezados por Pedro Domingo Murillo y apoyados por el batallón de milicias al mando de Juan Pedro de Indaburu, se 11 Cf. F.-X. GuetTa, "«Políticas sacadas de las Sagradas Escrituras». La referencia a la Biblia en el debate político (siglos XVII a XIX)", en M. Quijada - J. Bustamante (eds.), Élites intelectuales y modelos colectivos. Mundo ibérico (siglos XVI-XIX), Madrid, CSIC, 2002, 155- 198. 12 Cf. Apéndice, doc. 2.

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