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522 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ comodidades de mi palacio, y sugetándome a las penalidades, riesgos y peligros de un dilatado camino, cumpliendo por mí mismo las obligaciones de prelado con las tropas, de quienes soy su theniente vicario general" 63 . Al poco tiempo, el obispo abandona su sede, trasladándose a Puno, concentrando todas sus fuerzas en que se trasladara la sede del obispado a esta ciudad y así lo refiere al Virrey del Perú: Estos hechos de una Capital contra su Prelado y Obispo son suficientes motivos por sí solos para privarla de la sede episcopal con su cavildo, ¿cómo pues no lo será una repetida, obstinada y sacrílega insurrección contra el Soberano, y tantas extorsiones como han ocasionado a la Patria? 64 . Finalmente, el 25 de enero de 1814, escribe a Femando VII, dando cuenta de las insurrecciones que habían tenido hasta aquel momento y, al mismo tiempo, pidiendo sea admitida su renuncia al obispado de La Paz, para poder trasladarse definitivamente a España. Se trata de un oficio amplio, donde da cuenta detallada de todo lo acaecido, llegando a la siguiente conclusión: "yo no puedo, ni es conveniente que buelba a mi desgraciada diócesis. Ni tampoco mi secretario, Dr. D. Francisco Antonio de Isaura, cura propio de la doctrina de San Sebastián de La Paz ... tenga a bien admitirme la renuncia que me beo obligado a hacer en manos de V.M., y lo hago con toda libertad y madura meditación (por estar fundada en causas canónicas)" 65 . Pero la cuestión no era tan sencilla. El rey, por medio de su Consejo, acepta la renuncia de La Santa a la sede episcopal de La Paz con fecha del 25 de enero de 1814 66 pero, con el fin de salvar cualquier dificultad que se pudiera producir, escribe a su ministro en Roma, para que solicite del Papa la liberación del vínculo del obispo con su diócesis. La respuesta vendrá en ese mismo año de 1814, por medio de la Dataría Apostólica, que rechaza la ruptura del vínculo, por considerar que era el propio interesado el que debía solicitar la dimisión, entendiendo que así se había hecho siempre y, lógicamente, se debía continuar. De esta manera, la decisión del Monarca carecía de valor, por no ser personal del prelado al pontífice. Con todo, las gestiones en Roma lograrán que la Sede Apostólica acepte la dimisión de La 63 "El obispo de La Paz al Presidente de la Audiencia de la Plata", en Expediente del Obispo de la Paz, f. 6v. 64 "El Obispo de La Paz al Virrey del Perú. Puno, 17 de abril de 1811 ", en Ibíd., f. 59v. 65 "Carta del Obispo de La Paz al Rey de España. Lima, 25 de enero de 1814", en AGI, Audiencia de Charcas, Leg. 585, f. l lr-v. Original. 66 Así aparece con claridad en el expediente conservado en la Audiencia de Charcas, Leg. 585, en una sección que lleva por título: "Papeles del Obispo de la Paz, Don Remigio de la Santa y Ortega".
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