BCCAP000000000000119ELEC
518 MIGUEL ANXO PENA ÜONZÁLEZ adorado Rey el señor D. Femando Séptimo al brillante trono de sus augustos progenitores" 49 . Secundando esta petición, por su parte, el Cabildo, con fecha de 1 de octubre nombra al canónigo Francisco García Gutiérrez de Escobar, para que se traslade personalmente a Irupana a comunicar estos deseos al obispo y, para que logre su regreso. El obispo y las consecuencias de la unión entre Iglesia y Estado La Santa ante la actitud que se trasluce de la correspondencia llegada de La Paz, solicitando su retomo, se envalentona y se ve reforzado en sus posturas, por lo que se dirige a García Lanza y sus seguidores para defenderse: "Usted, como faccionario principal, como concurrente o como combocante de las Juntas malvadas secretas, en donde se tramó el alzamiento, sabe muy bien que mi lealtad finísima a Dios nuestro Señor, y a nuestro amado Soberano, ha sido el blanco de los tiros de los pérfidos insurgentes, que intentaban substraerse de la dominación de nuestro católico Monarca, arrancando de sus gloriosas cienes la corona del Perú" 5 º. Lo significativo es que el obispo no tenía conocimiento de que García Lanza no se atrevía a intervenir contra un prelado, teniendo presente la condición eclesiástica del mismo, y por ello escribía a La Paz pidiendo instrucciones y refuerzos, con los que poder dilatar la intervención. El 7 de octubre será el mismo capitán del ejército, Manuel Sebastián Álvarez de Villaseñor, el que escriba al prelado solicitando a "V. Señoría Ilustrísima se digne suspender las excomuniones expedidas contra mi comandante Lanza, el Doctor Ortiz, y todos los demás a quienes nos pueda todavía, en algún modo tocar, atendiendo a que la Iglesia es piadosa" 51 . Este hecho explicaría las negociaciones de los cabildos de La Paz para que La Santa regresara a su sede, dejando expedita la intervención armada, sin tener los alzados que recaer en ninguna pena canónica, al mismo tiempo que salvaba la dificultad que se deducía del propio hecho de que el obispo fuera obligado a salir de su sede episcopal. El obispo se confirma en su actitud gracias a la correspondencia que tenía en su poder proveniente de diversas instituciones, como eran los virreinatos de la Plata y el Perú y, al mismo tiempo, con las gestiones del propio brigadier Goyeneche 52 . Éste, concretamente, mostraba una actitud reconciliadora, pero en la que dejaba 49 Ibíd. 50 "Del Obispo de La Paz a los insurgentes de dicha ciudad. Irupana, 6 de octubre de 1809", enlbíd., f. 14v. 51 "Oficio de M. Álvarez de Villaseñor al Obispo de La Paz. Chulumani, 7 de octubre de 1809", en Expediente del Obispo de la Paz, f. 25r. 52 Cf. "Oficios entre Abascal, Goyeneche y los insurgentes. Lima, 25 de agosto - Puno, 4 de octubre de 1809", en BN, Mss. 13.150, f. 3lr-32v. Copia original.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz