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Por el contrario, en el caso de Melchor Cano, que había contri- buido significativamente a los intereses de la Contrarreforma, vemos que se mantiene un interés, que se expresa tanto en la publi- cación de alguna de sus obras, especialmente de su Opera , así como la diversidad de lugares donde son publicadas. Así, en el año 1605, ve la luz una edición en Colonia 60 , y, a lo largo del siglo XVIII son fre- cuentes las impresiones desde 1714, los lugares también son muy diversos: Padua, Madrid, Venecia, Lyón o París. Por otra parte, como hemos señalado ya, con el cambio de dis- curso teológico, se da una vuelta a los núcleos de escuelas propias de órdenes. Y, sin lugar a dudas, en este momento el grupo más sig- nificativo es el de los autores pertenecientes a la Compañía de Jesús, que mantienen una perfecta continuidad entre los plantea- mientos de sus maestros y las aportaciones que van haciendo sus discípulos y correligionarios, sin estar ya determinados por ningún tipo de fronteras. Así, en torno a Francisco Suárez, se habla ya de una Escuela suareciana que, aunque no sería la misma que la de Salamanca, algunos hablarán no sólo de un núcleo común, sino de una expresión más de la misma. Por otra parte, estos nuevos maes- tros, además de una fuerte proyección, que no conoce ya límites ni fronteras, tienen un abundante número de relaciones que ponen sus ideas en diálogo con autores y ambientes muy diversos. Parece que la Compañía de Jesús, en sólo unas décadas desde su fundación, logra ocupar el centro de la escena teológica e intelec- tual barroca, que hasta aquel momento venía dominada fundamen- talmente por los dominicos. En 1617, viven el acontecimiento de la colocación de la primera piedra de lo que pronto sería su Colegio Real en la ciudad del Tormes. Con teólogos formados en la Universi- dad de Salamanca, conseguirán llevar a todo el orbe católico las ideas que se habían fraguado en las discusiones y lecciones acadé- micas. La dispersión y propagación serán ya elementos presentes en un pasado, pero que ahora cobrarán más fuerza. Por otra parte, el tomismo de la Compañía de Jesús, era más amplio que el que man- tenían en aquel momento los discípulos de Báñez. Las confluencias y los personajes nos ayudan también a delimitar el horizonte geográ- fico: Francisco Suárez (1548-1617), en Coimbra; Juan Maldonado (1533-1583), en el Colegio de Clermont en París; el cardenal Fran- cisco de Toledo (1532-1596), en Roma; Rodrigo de Arriaga (1592- 1667), en Praga; Gregorio de Valencia (1549-1603), en Ingolstadt. En la misma disputa romana de auxiliis , entre bañecianos y molinistas, 98 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 60 Cf. Melchor Cano, Opera (Coloniae Agrippinae 1605).

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