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tomados por el propio fray Luis en Alcalá y Salamanca, en su época de estudiante; apuntes de otras clases universitarias prestadas por los oyentes de las mismas; traslados realizados por el propio fray Luis de apuntes de clase de oyentes; copias de lecciones en diversas uni- versidades, enviadas por amigos y colegas; manuscritos inéditos de profesores amigos, prestados por ellos mismos; apuntes de clase de escolástica y Biblia ampliamente circulantes, en manuscritos, entre los miembros de la orden agustina; apuntes y anotaciones de clase que se custodiaban en la librería del convento de San Agustín de Salamanca; traslados de actos públicos y repeticiones universitarias; finalmente, copias de apuntes de sermones, prestados o propios” 46 . Pero si este detalle, de por sí es ya sumamente expresivo y nos abre a un mundo de posibilidades ilimitado, esto se manifiesta toda- vía más en la declaración del agustino ante la Inquisición de Valla- dolid en 1572, cuando manifiesta que en su propia celda hay manuscritos de muy diversa índole y procedencia, pero a decir ver- dad, no se trata sólo de autores, sino también de una manera de hacer teología, pero que va tomando una serie de concreciones diversas: “E declarado que entre mis papeles avía muchos otros que no eran míos ny compuestos por my; como eran las lecturas del maestro Victo- ria y Cano y Vega y Frai Pedro de Sotomayor y Frai Juan de la Peña y el maestro Gallo y el maestro Cipriano y el maestro Villalobos, y otros muchos de que no me acuerdo. Y sin esto avía otros cartapacios y papeles que frailes y otras personas me avían prestado” 47 . Si analizamos brevemente lo que él nos está describiendo, resulta que es imposible delimitar ningún tipo de fronteras. Por una parte tenemos la asunción y uso de traslados y apuntes que no son propios como práctica frecuente y normal, sin que supusiera ninguna dificul- tad. Por otra parte, la variedad de autores es sumamente expresiva. Nos encontramos maestros de las universidades de Salamanca y Alcalá, más de la primera, como es lógico, pero sin hacer ningún tipo de distinción entre ambos. Entre los maestros salmantinos tenemos referencia, al menos, a tres períodos bien definidos: Vitoria, que com- prendería el primero; Cano, el observante Andrés de Vega 48 , Pedro de Sotomayor y Juan de la Peña, la segunda; y, Juan Gallo, la tercera. 92 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 46 Ibid ., 331. 47 Tomado de: Ibid ., 330. 48 Resulta de interés señalar, frente a la reducida visión de discípulos de la Escuela de Salamanca que propone Belda Plans, que este autor, aun siendo fran- ciscano es claro discípulo de Vitoria, ya que asiste a sus lecciones y, de 1532 a

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