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Melchor Cano. Si Soto es el propagador del pensamiento de Vitoria, éste es el teólogo intelectual que reformula el discurso y se centra en publicar un tratado de metodología teológica, con el que codifica las preocupaciones epistemológicas generacionales. Y aunque no llegará a ver concluida su obra, supondrá una renovación total y sin precedentes en la teología. Su aportación, al igual que la del Maestro Vitoria, está vinculada estrechamente al humanismo que se intuye en toda su producción literaria. Asume las aportaciones sin cortapisas, dando plena cabida en su obra a la filosofía como lugar teológico, al mismo tiempo que expresa su disposición personal ante la lógica y la naciente tecnolo- gía. Basándose en las reflexiones de Vitoria, hace una fecunda for- mulación de las fuentes de la argumentación teológica, unificando y condensando las principales formas que iban a servir de base a la dialéctica teológica. Como señala el P. Vicente Muñoz, “para Cano, como para la dia- léctica humanista, la teología tiene dos tareas: la inventio , el encon- trar sus principios, sus fuentes, los loci ; como esos principios no tienen todos el mismo peso, hay que valorarlos y saber utilizarlos en la parte llamada judicativa ( iudicium )” 39 , de esta manera ambas rea- lidades componen la acción propia y característica del teólogo. La teología es ciencia y, por lo mismo, establece unos principios, obte- niendo posteriormente unas conclusiones. Pero como toda ciencia, exige un discernimiento cierto e inmutable, que él relacionará mag- níficamente con el conocimiento divino. De esta manera, conseguirá mostrar que la infalible autoridad divina, suple aquello que el hom- bre no es capaz de ver con sus propios ojos. Por otra parte, la dialéc- tica humanista, donde se entrecruzan retórica, oratoria y lógica, era un estilo muy apropiado para la misión del teólogo, precisamente en un momento en que éste era referencia obligatoria en la socie- dad, y más desde una actitud de Reforma. No cabe duda que el De locis theologicis es trascendental para la teología de la época y, especialmente, de cara al desarrollo poste- rior de la misma. El tratado tenía su base en la concepción teológica de Vitoria, reformulada y convertida ahora en teoría, así lo sostiene el mismo Cano. Su obra tiene como fin estudiar los lugares y fuentes de donde deben tomarse los argumentos para la demostración en teología. 86 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 39 V. Muñoz Delgado, Lógica, ciencia y humanismo en la renovación teoló- gica… 256.
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