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190 MIGUEL Al\1XO PENA GONZÁLEZ En este sentido, no se puede olvidar que la creación de la Facultad de Teología de Salamanca, al igual que había sucedido anteriormente con las de Cánones y Leyes, tenía una razón de ser eminentemente funcional, para facilitar la inserción en la estructura burocrática, tanto en el ámbito civil como eclesiástico, según las necesidades particulares del momento 7 . Al mismo tiempo, la Universidad de París contaba desde principios del siglo XIII con el derecho en exclusiva de otorgar grados académicos en Teología, pri– vilegio que le había sido concedido por Gregario IX. Esta realidad se vería luego reforzada con el proceder de la Corte de Aviñón, que tiene como in– terés fundamental garantizar la unidad doctrinal de la cristiandad, por lo que seguirá limitando el control de los grados en Teología a la Universidad de París. Por esta razón, en universidades como la de Salamanca, la Teología es– taba en manos de franciscanos y dominicos que, desde sus respectivos Es– tudios Generales, impartían su enseñanza, alternándose en la cátedra de Prima 8 , con la particularidad de que la licentia ubique docendi estaba re– servada al Papa por lo que los candidatos al título académico tenían que so– licitarlo directamente al Pontífice. La nueva organización del Estudio La oportunidad para Salamanca vendrá en el contexto del cisma de Oc– cidente, donde el Derecho no es suficiente para alcanzar soluciones ade– cuadas, por lo que se muestra una especial atención al estudio de la Teología. Será Pedro Martínez de Luna, en 1381 y en calidad de legado pontificio, quien aborde la tarea de reformar el Estudio, creando y do– tando tres cátedras de Teología, para lo cual se valdrá de los estudios de franciscanos y dominicos, que gozaban de un gran prestigio, incorporán– dolos a la Universidad, algo que respondía también a la práctica parisiense. Una vez proclamado pontífice con el nombre de Benedicto XIII, en 1411, 7 De igual manera ha de ser interpretada la fundación del Colegio Mayor ele San Bartolomé ele Sa– lamanca, en 1401, cuyo funclaclor, Diego Anaya y Malclonaclo, se inspira y orienta en el Colegio ele San Clemente de Bolonia, visitado expresamente por el arzobispo. Acerca ele este tema, e/ Luis E. RODHí– GUEZ-SAN PEDRO, "Don Diego de Anaya y Maldonado, fundador del Colegio de San Bartolomé de Sala– manca: 1357-1437", en Derecho, Historia y Universidades. &tudios dedicados a Mariano Peset, Valencia, Universitat de Valencia, 2007, pp. 557-565. Anaya se valdrá ele su estancia en el Concilio ele Constanza, para lograr ele Martín V la aprobación del Colegio, cf Vicente BELrnÁN DE HEH.EDIA, Bulario de la Uni– versidad de Salamanca (1219-1549), t. JI, Salamanca, Ediciones Universidad ele Salamanca, 1966, pp. 92- 94, cloc. 532 (Constanza, 29-XI-1417). En adelante: Bulario. E, incluso, en un segundo momento, logrando la exención ele personal y bienes ele la jurisdicción del ordinario, cf Bulario, t. JI, p. 95, cloc. 534 (Cons– tanza, 14-xn-1417). 8 Así, lo afirma Isaac VÁZQUEZ ]ANEIRO, ..La Teología de Salamanca en el siglo xv", en Luis E. RODRÍ– GUEZ-SAN PEDRO (coorcl.), Histor·ia de la Universidad de Salamanca. 111.l. Saberes y confluencias, Sala– manca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2005, p. 171. El detalle parece confirmado por diversos pleitos entre menores y predicadores, v. gr. el existente entre el franciscano Gonzalo de Madrigal y el dominico Juan de Villamagna. <;f Bulario, t. u, pp. 14-15, doc. 428 (Barcelona, 14-rv-1410).

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