BCCAP000000000000117ELEC

230 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ Por el contrario, en el caso de Melchor Cano, que había contribuido sig– nificativamente a los intereses de la Contrarreforma, vemos que se man– tiene el interés por él, que se expresa tanto en la publicación de alguna de sus obras, especialmente de su Opera, así como en la diversidad de lugares donde son publicadas. Así, en el año 1605, es publicada una edición en Co– lonia88, y a lo largo del siglo xvm son frecuentes las impresiones desde 1714, los lugares también son muy diversos: Padua, Madrid, Venecia, Lyon o París. Por otra parte, como hemos seüalado ya, con el cambio de discurso teo– lógico se da una vuelta a los núcleos de escuelas propias de Órdenes. Y, sin lugar a dudas, en este momento el grupo más significativo es el de los au– tores pertenecientes a la Compañía de Jesús, que mantienen una perfecta continuidad entre los planteamientos de sus maestros y las aportaciones que van haciendo sus discípulos y correligionarios, sin estar ya determina– dos por ningún tipo de fronteras. Así, en torno a Francisco Suárez, se habla ya de una Escuela suareciana que, aunque no sería la misma que la de Sa– lamanca, algunos hablarán no sólo de un núcleo común, sino de una ex– presión más de la misma. Por otra parte, estos nuevos maestros, además de una fuerte proyección, que no conoce ya límites ni fronteras, tienen un abundante número de relaciones que pone sus ideas en diálogo con auto– res y ambientes muy diversos. Parece que la Compañía de Jesús, en sólo unas décadas desde su fun– dación, logra ocupar el centro de la escena teológica e intelectual barroca, que hasta aquel momento venía dominada fundamentalmente por los do– minicos. En 1617, viven el acontecimiento de la colocación de la primera piedra de lo que pronto sería su Colegio Real en la ciudad del Tormes. Con teólogos formados en la Universidad de Salamanca, conseguirán llevar a todo el Orbe católico las ideas que se habían fraguado en las discusiones y lecciones académicas. La dispersión y propagación serán ya elementos pre– sentes en un pasado, pero que ahora cobrarán más fuerza. Por otra parte, el tomismo de la Compañía de Jesús era más amplio que el defendido en aquel momento por los discípulos de Báüez. Las confluencias y los perso– najes nos ayudan también a delimitar el horizonte geográfico: Francisco Suá– rez 0548-1617) 89 , en Coímbra; Juan Maldonado 0533-1583) 90 , en el Colegio de Clermont en París; el cardenal Francisco de Toledo (1532-1596) 91 , en Roma; Rodrigo de Arriaga 0592-1667) 92 , en Praga; Gregario de Valencia 0549-1603) 9 3, en Ingolstadt. En la misma disputa romana de auxiliis, entre 88 c;f Melchor CANO, Opera, Coloniae Agrippinae, Officina Birckmannica, 1605. 89 Cf Eleuterio ELOHDUY, "Suárez, Francisco. ., en Diccionario Histórico de la Compai1ía de jesús, t. 4, pp. 3654-3656. 90 c;f .José Ignacio TELLECHEA, ..Malclonaclo, Juan", en ibid., t. 3, pp. 2484-2485. 91 Cf john Patrick DoNNELLY, "Toledo, Francisco ele·., en ibid., t. 4, pp. 3807-3808. 92 c;f Carlos BACIEHO, ..Arriaga, Rodrigo ele. ., en ibid., t. 1, pp. 243-244. 93 Cf Robert LANCHENSCHMID, ..Valencia, Gregario ele·., en ibid., t. 4, pp. 3871-3872.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz