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224 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ ocupar el centro de la escena, ésta se disuelve o queda relegada a las cáte– dras y ambientes controlados por los dominicos. Por otra parte, la primera parte de la Escuela ya había cumplido su cometido, que consistía en res– ponder a unas carencias sociales concretas; así mismo, en el momento que surgen otras necesidades, el discurso es ya diverso y, por tanto, se aleja de los intereses primigenios de la misma. Así, en las últimas dos décadas del siglo, nos encontramos con la en– trada en escena de otros personajes representativos, en lo que podemos proponer como pensamiento hispano-católico, entendiendo por tal, la sín– tesis de las distintas corrientes que se interrelacionan, incluso transversal– mente, en los ambientes más influyentes del marco hispano; donde hay que tener ya presente que los límites geográfico-culturales no son ya óbice de nada, sino que son frecuentemente superados por otros de mayor calado y profundidad, como es el hecho de la Contrarreforma católica. De aquel tronco salmantino van surgiendo nuevos brotes; cada uno acentúa un tipo de inclinaciones, resurgiendo nuevamente los intereses de Escuela, vincu– lados a diversas órdenes religiosas, tan presentes en los siglos anteriores. Así, de alguna manera, era una vuelta atrás. Por este motivo, tenemos que valorar la entrada en escena de la Com– pañía de Jesús y, en sus aulas, de un ingente número de maestros que se convertirán en referencia obligada, incluso más que el propio Francisco de Vitoria. Personalidades amplias, en su reflexión y en su vida. Es el ejemplo de Francisco Suárez que, ingresando en Salamanca en 1564 en la Compa– ñía, después de concluir su formación, nos lo encontramos como maestro de Teología en el Colegio Romano (1580-1585), en Salamanca (1592-1597), en Alcalá (1585-1592) y, finalmente, en Coímbra (1597-1616), lo que nos da muestra de que las fronteras superaban ya a la reflexión y el contenido de las mismas. En los mismos años, tenemos también el ejemplo de muchos otros grandes maestros jesuitas, entre ellos, Luis de Malina y Gabriel Váz– quez. Molina ejerce como maestro en la cátedra de Prima de Teología en Évora (1571-1584), donde explica y comenta la Summa de Santo Tomás, dedica un amplio período a preparar sus publicaciones y, en 1600, es lla– mado para impartir Teología moral en el Colegio Imperial de Madrid. Ga– briel Vázquez enseña Teología durante seis años en el Colegio Romano, donde también comenta las tres partes de la obra del Aquinate. La difusión de las ideas No cabe duda de que, en la difusión del pensamiento del siglo xvr, como señalaba el profesor Rodríguez-San Pedro 7 \ juega un papel singular el n C.f Luis E. RoD1tíGUEZ-SAN PEDRO BEZAHES, ..consideraciones sobre la formación cultural ele San Juan ele la Cruz,,, en Salvador Ros GAHCiA (coorcU, La recepción de los místicos. Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, Salamanca, Universidad Pontificia, 1997, pp. 324-332.

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