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208 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ El hecho de tratarse de una obra metodológica nos sitúa en un interés diverso a aquel en el que Vitoria y Soto habían mostrado especial sensibi– lidad, que se había hecho explícito especialmente en las Refecciones, donde se unían los temas candentes en la sociedad y la Teología, ámbito muy cui– dado por Vitoria, en el cual la justicia era una clave fundamental. Desde el momento que su reflexión está especialmente basada en el método, desde ahí ha de ser valorado y estudiado y, precisamente, desde ese horizonte concreto es desde el cual autores como Vicente Muñoz lo encuentran dis– tante de la tradición del Aquinate, viendo que su actitud, más que acercar al tomismo, crea un método diverso. Dirá él, "Santo Tomás había sido prin– cipalmente sintético y organizador. Cano es práctico y analítico. La teología de Cano, en De locis, es de controversia, erudición de fuentes, literaria y elo– cuente. Ni la especulación ni la síntesis son el fuerte de Cano. Si atendemos a la organización de su expresión doctrinal en cada libro, también su mé– todo es diferente de Santo Tomás,,í 5 • Por tanto, la aportación de Melchor Cano, siendo fundamental para la Teología católica, supone la ampliación del método también a la reflexión sistemática, elemento que no era tan importante en Vitoria y Soto, y que lle– vaba también a desviar el interés hacia los autores salmantinos en un nuevo aspecto, el metodológico, que será casi exclusivamente el que subsista en los siglos posteriores. De esta manera, casi se puede afirmar que Cano es ya un segundo momento en lo que se ha considerado como "Escuela de Sa– lamanca,., en razón de la misma evolución que podemos determinar en su Teología. Con todo, después de él, las posturas vendrán reforzadas, espe– cialmente por la figura de Domingo Báñez, retornando al tomismo puro, donde el humanismo deja de ocupar un papel preponderante, o menos sig– nificativo que el de los anteriores donde se pierden de vista los grandes lo– gros que habían supuesto aquellas décadas, para volver a ocupar el centro de atención lo racional. En cierta medida y, lejos de ser él el causante de este nuevo marco for– mal, su reflexión implica un argumento nuevo, que no tiene continuidad práctica con las aportaciones anteriores, perfilándose campos diversos en la Teología, que ya no volverán a encontrarse. De esta manera es más fácil en– tender las palabras de Muñoz Delgado cuando afirmaba que: Cano es un humanista, que reproduce los esquemas del De inven– tione dialéctica ele Agrícola; está muy influido por las ideas de acerca– miento entre lógica, retórica y oratoria de los renacentistas. A su lado hay una cierta dualidad en algunas alusiones a la lógica de los Analíticos del Estagirita que, accidentalmente, lo acercan a Santo Tomás, aunque no sea lo predominante. Se burla de varias tesis fundamentales del tomismo y, sin embargo, se ha destacado el carácter sistemático de esa escuela y se ·l5 Vicente Mur'!oz DELGADO, "Lógica, ciencia y humanismo.. "" op. cit., p. 257.
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