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Es cierto que, en ese manantial inagotable que es la Palabra de Dios, se puede producir un efecto muy particular y que forma parte también de la diná- mica de la fe: el que se aumente más nuestra sed, en vez de verse saciada. Ojalá fuera así y nos convirtiéramos en auténticos testigos de su mensaje, sin- tiendo la necesidad material de acercarnos diariamente a su palabra, para hacerla vida y nosotros convertirnos en verdaderos testigos de la misma. Ésta es precisamente la experiencia de muchos de sus testigos, de nuestros santos, cuyas vidas –de alguna manera– han discurrido al lado de la Palabra. Pero, por otra parte, no es fácil en el mundo y tiempo de la imagen , pro- poner la vuelta a la Palabra . Es cierto que ésta ya no atrae de la misma manera y, por lo mismo, no puede ser presentada como un fenómeno de masas. Una cosa es el número de ediciones que se editan cada año de la Biblia en las distintas lenguas y, otra muy diferente, el acercamiento y la lectura de la misma. Los intentos por hacer más asequible la Escritura al gran público, espe- cialmente por medio de la imagen han sido constantes y, cada vez de manera más sofisticada y con más efectos especiales, pero no nos equivoquemos; una cosa es la presentación o representación visual de una historia y, otra muy diferente, introducirse en una historia de salvación que, además, es la expe- riencia viva de un pueblo 13 . Ni siquiera un gran director de cine será capaz de superar esa barrera de dos mundos y lenguajes diferentes. La imagen puede resultar un buen apoyo para aquellos que ya conocen y han tenido algún tipo de acercamiento a la misma, pero no así para los que lo observan como una historia o película más, dentro de la gran oferta cinematográfica de nuestro presente. La razón de sentido, por tanto, se ha de encontrar en la delimitación de un camino de acercamiento a la Palabra, de reconocerla como válida para nuestra vida, de tal manera que sea capaz de incidir y tener también algo que decir en nuestra propia historia y en nuestra experiencia. Por lo mismo, la manera cómo hemos de acercarnos a la palabra ha de ser la de la confianza, como la que muestra un hijo con su madre, de la que no puede recibir nada malo o negativo, donde la actitud de escucha posibilita la adecuada transmisión de un mensaje. Incluso dando el salto, entendiendo por tal no una experiencia ocasional o puntual, sino muy al contrario, un acercamiento sereno y tranquilo en el que uno se mantiene y crea un estilo de estar, como algo que forma parte del propio ritmo de nuestro existir. De igual manera que realizamos otras tareas o actividades en nuestra vida cotidiana. 178 13 Así se afirma en la proposición 26 del Sínodo: «la Bibbia diventa per i lettori attuali un libro del solo passato, ormai incapace di parlare al nostro presente».

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