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Ese diálogo sincero puede llevarse a cabo, de manera peculiar, por medio de la escucha atenta de su palabra, algo que ha marcado la experiencia de muchas generaciones de creyentes. Diálogo que, san Ambrosio representa de manera admirable, en esas palabras que tantas veces hemos escuchado y que tan acertadamente recogió la Dei Verbum : «a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras» (DV 25) 7 . Al tratarse de un diálogo, lógicamente se requiere de un emisor y un receptor, que sean capaces de generar un movimiento del uno al otro, en el que se pueda facilitar esa necesaria actitud de diálogo que, por otra parte, es constitutiva del hombre. Esa tendencia viene, además, fundamentada en la lec- tura atenta de la Palabra de Dios, como se afirmaba ya, en el capítulo II, de los Lineamenta para el Sínodo, siguiendo las intuiciones clásicas de la Dei Ver- bum , y que va haciendo notar que «es tanta la eficacia que radica en la palabra de Dios, que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual» (DV 21) 8 . Por tanto, para lograr ese diálogo sincero entre Dios y el hombre, al con- tar con su mensaje expresado en la Sagrada Escritura, necesariamente se han de encontrar medios adecuados y oportunos, capaces de lograr esa comunica- ción. Métodos, es cierto que existen muchos, pero después de la experiencia en las últimas décadas en algunos lugares y, en concreto en Italia, especial- mente de la mano de figuras tan significativas como las del cardenal Martini, un método adecuado es aquel que enfrenta al individuo y a la comunidad con el texto sagrado, le permita profundizar en él, hacerlo oración y, desde ahí, convertirlo una vez más en fuente de vida y acción para los hombres. Un reto que tiene en sus manos cada uno de los que nos consideramos seguidores del Maestro. Como se puede intuir, queremos proponer la recuperación del método clásico de la Lectio Divina . La razón de ser se encuentra en la coherencia de fórmulas válidas también para nuestro hoy. En diversos lugares, especialmente en las últimas décadas, se ha venido utilizando la Lectio dirigida a los jóvenes, ofreciéndola como una alternativa a tantas de las posibles que se ven en nues- tro mundo presente. No sabría medir los resultados matemáticamente, puesto que nuevamente vemos que no tendría sentido, pero sí es cierto que nos abre y 175 7 “Illum alloquimur cum oramus, illum audimus cum divina legimus oracula”. San Ambrosio, De officiis ministrorum I, 20, 88 (PL 16,50). 8 Lineamenta para el Sínodo , n. 18.

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