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esenciales del cristianismo y, por libre, los distintos caminos a escoger y encar- nar. Nadie duda de que todos estamos llamados al discipulado-seguimiento de Jesús, pero hay muchas y variadas maneras de concretarlo. Y ese es precisa- mente el espacio propio para la creatividad personal, que necesariamente ha de tener sus consecuencias sobre lo comunitario, como elemento característico de la identidad cristiana. La teología espiritual –planteándolo desde la oposición a otras disciplinas– no se preocupa tanto de la recta comprensión de la fe, ni del recto obrar, ni de la adecuada transmisión de la fe, cuanto del cristianismo como proyecto de vida y los medios para vivirlo cristianismo como proyecto de vida comunitario y, a la vez, personal. Es preciso atender a este aspecto formal acerca del lugar específico de una disciplina, puesto que el lugar ocupado determinará, en un segundo momento, también muchas de los procesos que éste lleva implícitos, así como las consecuencias deducibles de los mismos. Metodológicamente no podemos olvidar que, la espiritualidad, como disci- plina teológica, tiene un campo de acción particular y propio, incluso con una sensibilidad diversa. Mucho se ha escrito en los últimos años sobre esta cues- tión, como tema fundamental para poder afrontar con seriedad el discurso de un estudio sobre la espiritualidad 2 . Esa categoría particular y propia no es otra que la de la experiencia , que determina radicalmente el horizonte de sentido de la teología espiritual 3 . 172 2 Sobre este particular, cf. Ch. A. Bernard, Introducción a la Teología Espiritual , Verbo Divino, Estella 1997; Id., Teología espiritual , Atenas, Madrid 1994; J. Espeja, La espiritualidad Cris- tiana , Verbo Divino, Estella 1992; S. Gamarra, Teología espiritual , BAC, Madrid 2000, 4 ed; B. Secondin-T. Goffi, Problemas y perspectivas de espiritualidad , Sígueme, Salamanca 1986; A. Guerra, Introducción a la Teología espiritual , Santo Domingo, 1994, J. Martín Velasco, El fenómeno místico. Estudio comparado , Trotta, Madrid 2003, 2 ed; Id., La experiencia cristiana de Dios , Madrid, Trotta, 2007, 5 ed.; D. de Pablo Maroto, El camino cristiano. Manual de Teología espiritual , UPSA, Sala- manca 1996; F. Ruiz Salvador, Caminos del Espíritu. Compendio de Teología Espiritual , EDE, Madrid 1998, 5 ed., D. Sorrentino, L’Esperienza di Dio. Disegno di teologia spirituale , Cittadella Editrice, Assisi 2007; A. Staglianò, Teologia e spiritualità. Pensiero critico ed esperienza cristiana , Studium, Roma 2006; J. Sudbrack, El Espíritu es concreto , Mensajero, Bilbao 2004; VV. AA., La Teologia Spi- rituale. Atti del Congresso Internazionale OCD , Edizioni OCD-Edizioni del Teresianum, Roma 2001; K. Waaijman, La Spiritualità. Forme, Fondamenti, Metodi , Queriniana, Brescia 2007; J. Weismayer, Vida Cristiana en plenitud, PPC, Madrid 1990. 3 “In un senso più ristretto, e anche più abituale, spiritualità fa riferimento al fatto religioso . Ma su questo piano è importante distinguere tra un senso complessivo, che coincide con ‘fenomeno religioso’ in quanto tale, e ció che invece ne costituisce il versante esperienziale . Nel primo senso, il termine non solo comprende tutta la teologia, ma il modo religioso nel suo insieme. Nel secondo caso ne denota invece un’espressione specifica, indicando il fatto religioso in rapporto alle dinamiche soggettive di ciascuna per- sona: è le religiones in quanto oggetto di percezione, coinvolgimento e opzione essistenziale”. D. Sorren- tino, L’esperienza di Dio. Disegno di teologia spirituale , Cittadella Editrice, Assisi 2007, 28.

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