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lexos de tratar de mi perjuicio procuraría satisfacer hu- (f. 12v) mildemente a mis ultrajados respetos 229 . 47. El señor governador de Cochabamba, combocó junta de guerra, de cuyo voto, aunque se executó al auxilio de tropa y armas, me remitió prontamente dies y nuebe mil cartuchos de pólbora, con bala y docientos cinquenta piedras de chis- pa, al cargo de mi comición a el Don Segundo Larrea 230 , con la desgracia que fue menester fundir balas nuebas, de las que imbiaron propias para fucil, por ser inú- tiles para escopetas y pistolas, que eran las únicas armas que teníamos. 48. Prevenidos en el único modo posible, apareció Lanza el día 13 de octu- bre, amenasando ataque con un número respetable de tropa, y en el momento salió la guarnición de Irupana a cubrir los preparatibos y parapetos que estaban hechos en la campaña. A corta distancia, cubriendo yo el lado derecho de la ban- dera, y el cura de Irupana la isquierda, el uno y el otro poseídos de un furor reli- gioso tan actibo, que acalorada, la gente con las extorciones, se presentó al enemigo con el denuedo increíble. Lo que bastó para hacer su retirada, sin entrar en acción formal. 49. Hiso nuebos llamamientos de más tropas, y embió emisarios secretos a Irupana, para persuadirlos que no había necesidad de exponer sus vidas a un combate tan peligroso, que estubiesen seguros de quedar libres, y ser bien resivi- dos, siempre que entregasen a los españoles europeos que sostenían la defensa. Y habiendo respondido todos con la más notable balentía de que primero queda- rían muertos en el campo, que hacer semejante maldad, entró Lanza con furor frenético, resuelto a desolar el pueblo, y para poder verificar, entuciasmó su tropa con muchas promesas muy lisonjeras, qual fue la libertad de tributos a los (f. 13r) indios, y la de toda serbidumbre a los esclabos, que sacó de las haziendas de coca, con esta esperanza. 50. Se presentó el día 24 con el formidable exército de siete mil hombres, amenasando acometimiento al mismo tiempo que delineó un sitio riguroso. Yo hise las funciones de primer capellán, recojiendo las guardias, por toda la noche, para inspirar vijilancia, temeroso de algún ataque por sorpresa. No dejé de reco- nocer una sola trinchera, acalorando a los soldados con el fuego del sagrado amor a la Patria, y el interés de la Religión y del Rey, y les di la absolución general, para que con este consuelo empleasen sus últimos exfuersos contra los pérfidos enemigos. 51. El 25 a las siete de la mañana, desfiló en batalla y atacó al pueblo con una furia infernal, acometiendo por todos los costados, donde pensó encontrar entrada. Se le resistió con balentía, a no dejarle tomar aliento, unas veses a la defensiva, otras veses haziendo salidas repentinas, que los rechasaban a distancia, mientras yo sostenía mi caserío y huerta, y con mis dos negros, y algunas gentes a quienes resiamente acometieron repetidas veses, creyendo que mi existencia era quien daba impulso al choque que él nunca esperó. Conflictos en las independencias hispanoamericanas… 185 229 El oficio original de 7 de octubre corre a f. 54. 230 Documento de f. 72. Junta de guerra, y oficio de Cochabamba de f. 55 a 60.

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