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sas, contra las públicas autoridades así como tubo la sacrílega animosidad de leban- tar con sus manos, y por otros compañeros suyos la noche del 16 de dos orcas, diciendo que la una era para colgar al obispo, y la otra para el governador. 33. El objeto de haver destinado a Yungas a este sedicioso docmatisante, fue rebolucionar todo el Partido, para atraerlo a su deboción con el proyecto de esta- blecer allí una colonia independiente, que sirviera de refugio a los foragidos de la Paz, en qualesquiera accidentes adbersos. 34. Por esto, inmediatamente que supieron mi retirada a Irupana, embiaron con título de comandante general de los Yungas a Manuel Victoriano Lanza, con Don Chrispín Díez de Medina, Juan Peñaranda, y otros traidores más, para que unidos con el intruso subdelegado Ortiz, en el pueblo de Chupe, combocasen todas las demás doctrinas, y a los comandantes particulares de ellas, con la más- cara de lealtad al fin de atacar a Irupana, y ahorcarme públicamente, a cuyo efec- to interceptó barias cartas mías, remitidas por el cavildo 204 , despachó comparedos [ sic ] a los capitanes, para que acudiesen con sus tropas; ordenando que para nada se me obedeciese, como un hombre de corazón podrido, traicionero, que trataba de entregar estos dominios a un reyno extranjero 205 . Arrestó en pública prición a Don Tomás San Martín, cura del mismo Chupe, y a Don Martín Larrea, cura de Chirca 206 . Hizo lebantamiento y sonada de indios armados 207 ; y sublebó a los pue- blos de Yanacachi, (f. 9v) Chupe, Pacallo, Coroyco, Coripata, Chirca, Tacma, Ocobaya, Lanza y Chulumani, capital del Partido, armando a sus avitantes con fuciles que trajo de la Paz, escopetas, pistolas y otras armas con las municiones necesarias para arrasar a Irupana con todos sus fieles defensores. 35. Era casi imposible la repulsa de aquellos fanáticos rebolucionarios en competencia de las debilísimas fuerzas de Irupana, los quales amedentrados de su propia indefención, hubieran desamparado del pueblo a muy poca diligencia, para refujiarse en las montañas, siempre que yo no tomase arvitrios extraordina- rios con el escudo de la religión para animar. Estos buenos vasallos, y al propio tiempo aterrorisar a los rebeldes hiriendo a sus caudillos con las armas de la Iglecia, para destruir sus pérfidas confederaciones, y mantener en su respectibo equilibrio el dislocado govierno de todas aquellas doctrinas, mientras tanto la Divina Providencia proporcionaba recursos de Cochabamba y Potosí, que enton- ces mismos me resolví solicitar, no debiendo esperar de la Paz, sino la disolución y la muerte. 36. Traxe a la memoria, en primer lugar, que a los mismos fines que yo me propuse fulminaron barios concilios de Toledo la pena de excomunión mayor contra los rebeldes y traydores 208 , que un célebre canon del Decreto de Graciano lo agrabó hasta la anatema 209 contra estos mismos delinqüentes. Que el Papa Conflictos en las independencias hispanoamericanas… 181 204 Documento de f. 30 y f. 32 a f. 32. 205 Oficio de f. 21, remitido al capitán Don José Pardo, del pueblo de Chupe. 206 A f. 33 y buelta, en las cláusulas rayadas. 207 A f. 32 buelta. 208 Concilio 4 de Toledo cap. 75. Conc. 5 cap. 2. Conc. 6. cap. 17. 209 Cap. Si quis laicus 19, caus. 22, q. 5.

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