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que ha exaltado la mano del Rey por dignos y beneméritos, como se colige del panegírico de Traxano, aludiendo a la costumbre de aquel tiempo en que el pue- blo, no sólo aclamaba por buenos a los que el Príncipe nombraba por consulta de senado, sino también por óbtimos o bonísimos 181 . 15. Resulta de todo, que por las mismas prerrogatibas del obispado que obtengo, por la gracia de Dios y de la Santa Cede Apostólica, en virtud de la generosa presentación de la Magestad Católica, me hallo en estrechísima obliga- ción de defender mi honrra y mi reputación, por decoro de la alta dignidad en que estoy constituido, para sostener su sagrada veneración, y por el interés, no menor que tiene el Rey y el Consejo de acreditar el acierto de su elección, le toca también el más vijilante cuidado por mi desagravio lo mismo que a mi el hacer ver, y entender públicamente que no he faltado en el cumplimiento de mis obligaciones para borrar de raís el escándalo que han promobido, los prosedi- mientos cediciosos de los reveldes de la Paz, contra mi dignidad y persona, como boy a demostrar hasta la evidencia, para concluir que se me deve dar en justicia la satisfacción de tantos agrabios enormísimos, como los que se me han inferido desde el día 16 de julio del año de 809. 16. Para satisfacer a quanto se ha dicho o quiera decirse contra mí, por ins- piraciones de mis malbados perseguidores bastaba repetir aquí aquella discreta sentencia de Caciodoro 182 , donde dice «que en la dignidad y decoro de los obis- pos, ninguna cosa se ha de presumir como temeridad, quánto menos pronunciar- lo y extenderlo, por que en tales sugetos no se ha de dar crédito, aún a las culpas manifiestas, y mucho menos a las que forxan la embidia y la emulación, cami- nando éstas siempre tan distantes de la verdad». Ni se nesecita de más prueba que la suerte lamentable de aquellos infelices hombres, para conocer y confesar que toda su conducta no fue otra cosa que un tegido de (f. 4v) cavilaciones malig- nas, hechos apócrifos y artificios diabólicos explicados por declamaciones hincha- das, sin más diricción que el espíritu de partido, con las máscara de zelo y la gerigonsa de lealtad mesclada con el lenguaje de la rebelión. 17. Ellos han tergiversado, con malignidad las obras más virtuosas, para no hacerse responsables del atentado de embarasarlas y perseguirlas. Ellos han dela- tado por criminosos a los magistrados del mayor respeto y crédito, con la más atrevida precipitación, antes de examinar, ni comprehender los hechos. Ellos han jusgado con el mayor rigor las acciones más inocentes, sin pedir que las expli- quen, o sin querer oír para no verlas explicadas. Ellos han apagado con los ban- dos y ribalidades sanguinarias el instinto patricio y social, que imprime la naturaleza, para que todos los hombres vivan baxo de una misma Ley, de una sola razón. Ellos, por último, se abansaron a destruir la máxima sagrada que se propone la Religión, de la unión del hombre con Dios, y la de los hombres entre sí. Se segaron por la ambición, y se precipitaron por el orgullo, para no respetar mas derechos que sus intereses, ni más patria que su depravada confederación. Conflictos en las independencias hispanoamericanas… 175 181 Panegiric. ad Traxanum «faciebas ergo cum diceres, optimos ipsorum modo vita atese judi- cium senatus comprobatur ornarique se non illos magis quos laudabas letabatur». 182 Caciodoro lib. 3 variar. epist. 9.
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