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Doc. 2 Excomunión del Obispo de La Paz a los insurgentes de dicha ciudad AGI, Audiencia de Cuzco , Leg. 66, f. 22v-23v. Copia de edicto Irupana, 27 de septiembre de 1809 Nos el Doctor Don Remigio de la Santa y Ortega, por la gracia de Dios y de la Santa Cede Apostólica, obispo de esta diócesis de nuestra Señora de la Paz. Teniente vicario general de los reales exércitos de mar y tierra por el Excelentísimo Ilustrísimo señor Don Pedro de Silva, Patriarca de las Indias del Consejo de su Magestad, et cetera. — A nuestro venerable señor Presidente y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral. Al Provisor y Vicario general de la diócesis. A los curas, eclesiásticos y demás fieles estantes y habitantes en la ciudad de la Paz, y pueblos del obispado, salud y bendición en nuestro Señor Jesu Cristo. Hacemos saber que nuestros sagrados concilios toledanos fulminan la Excomunión Mayor y terrible Anatema contra todos aquellos, que con qualquier motivo, o pre- texto se alzan contra la autoridad Real de nuestros católicos monarcas. Y excitan el celo y vigilancia de los prelados de la Iglesia, para que desenvaynando la espa- da de San Pedro en estos casos, combatan, persigan, y destrosen a los alzados hasta conseguir la subordinación, obediencia y vasallage de nuestros augustos reyes. (f. 23r) Y siendo lo ocurrido en la ciudad de la Paz, desde la noche del diez y seis de julio un verdadero alzamiento y rebelión contra nuestro amadísimo rey y señor Don Fernando Séptimo, que han pretendido obscurecer y ocultar con el disfras de fidelidad, y defenza suya contra los que publicaron traydores, a costa de las más negras, feas y abominables calumnias. Estando descubierto que esta fue una máxima farisáyca tan reprobada por Jesu Cristo, nuestro Redentor y Salvador, quando dixo: Este pueblo me honrra con los lavios, pero su corazón está muy lexos de mi. Por que victoreando con la boca a nuestro soberano, sus obras no han conspirado a otra cosa que a substraerse de su soberanía negándo- le el vasallage y por ello lo despojaron de su autoridad, deponiendo a todos los constituidos en el mando por ella. Lo despojaron igualmente de sus armas y crea- ron en su lugar otras que la subyugasen. Y, finalmente, robadoIe con la mayor iniquidad sus reales haberes, quando tanto los necesitaba, para que lo sacasen de su amarguísimo cautiverio con otras execrables e increíbles maldades cometidas por los alzados, especialmente por la Junta revolucionaria, que con título de repre- sentativa y tuitiva constituyeron, y crearon. Por tanto, obedeciendo lo mandado por dichos sagrados concilios, con la autoridad de Dios Omnipotente, de los bie- naventurados apóstoles San Pedro y San Pablo y de la Santa Madre Iglesia, cuya autoridad en Nos, como en uno de sus prelados reside, separamos del gremio de la Católica Iglesia, excomulgamos, y entregamos a Satanás, a los cabezas de este alzamiento, que de público y notorio constan ser, Don Pedro Domingo Murillo aIzado, a coronel y comandante general de las tropas; Don Juan Pedro Indaburu, alzado a teniente coronel. — D. Juan Bautista Sagárnaga, regidor, alzado a sar- gento mayor — Mariano Graneros, entendido con el apodo de Challatejeta, alza- do a capitán de Granaderos — El Mulato Iibertino Ramón Arias, alzado a capitán de la primera compañía de fusileros — Don Pedro José Indaburu, Don Andrés y Don Manuel Monje y Don Pedro Rodríguez, alzados a capitanes — Don Tomás 166 Miguel Anxo Pena González
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