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«De todo biene a rresultar que no tienen más carácter que el de unos libelos infamatorios, quantos sumarios, oficios, informes y representaciones se han tirado contra mí, en la Paz y Chuquisaca» 159 . Después justificará nuevamente la necesidad de los desagravios, pues- to que afectan también al Soberano, que ha de defender a aquellos que son de su Consejo y entre los que se incluye también él 160 . 8. C ONSIDERACIONES FINALES 1. La primera cuestión que parece necesario evidenciar es que no se pueden aplicar criterios morales, éticos o incluso ideológico-políticos de nuestro presente a acontecimientos históricos que tuvieron lugar hace dos- cientos años. Los hechos vividos en un momento tan complicado y revuel- to con el de las Independencias americanas requiere el esfuerzo por no sacar los hechos de contexto y, al mismo tiempo, la necesaria prudencia para no hacer lecturas teleológicas, sino ceñirse a que, en el decurso de los hechos, es fácil que se encuentren contradicciones y, al mismo tiem- po, cuestiones difícilmente explicables. Algo que se pone manifiestamente de relieve en este artículo, a partir de las figuras de Pedro Domingo Murillo, Juan Pedro Indaburu o el mismo Remigio de la Santa y Ortega. 2. Los insurgentes son hombres de su momento histórico, que actúan en una profunda inseguridad o duda, pero que tienen una hermosa intui- ción que les lleva a luchar, de la manera que ellos consideran más opor- tuna, para lograr la recuperación de los derechos que les están siendo aplastados por una estructura que consideran injusta y opresora. 3. El obispo La Santa es una figura típica de su momento, que sien- do titular de una diócesis, al mismo tiempo, ostenta también una jurisdic- ción civil, fruto de la estrecha unión que en pleno siglo XIX había entre Iglesia y Estado, por lo que en muchos momentos se confunde si sus actos corresponden a la espada eclesiástica o a la civil. Esta razón justifica la actitud de los insurgentes, en un intento de controlar su poder civil. 4. También la actitud de los regulares en el levantamiento de La Paz, que no aparece manifiesta a lo largo de todo el proceso sería también muy ambigua, por lo que no se puede hablar de una postura mantenida 162 Miguel Anxo Pena González 159 Ibid., n. 104. 160 Cf. Ibid., n. 106.

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