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Por su parte, el día 29 de septiembre, la Junta gobernadora se dirige al Cabildo eclesiástico para que, siguiendo las indicaciones del Virrey, los cargos fueran nuevamente ocupados por sus titulares, entendiendo tam- bién entre ellos «la de nuestro ilustrísimo prelado el señor obispo Dr. D. Remigio de La Santa y Ortega, de cuya piedad alcanzó la noche del dies y seis de julio próximo pasado, que dimitiese el gobierno en su venerable señor Presidente y Cabildo clesiástico» 66 . Con fecha del 30, los insurgentes escriben al prelado pidiendo su vuelta a La Paz, considerando que «su agradable presencia en esta su capital, es de primera necesidad» 67 . Algo había cambiado, pues el lenguaje utilizado resulta sumamente respetuoso, por lo que solicitan que regrese para retomar el gobierno de la diócesis, considerando que su presencia «establecerá el reyno de la felicidad y del contento» 68 . Pese a lo que se ha solido afirmar, los insurgentes seguían man- teniendo como argumento «por la persecución de nuestros triunfos y resti- tución de nuestro adorado Rey el señor D. Fernando Séptimo al brillante trono de sus augustos progenitores» 69 . Secundando esta petición, por su parte, el Cabildo, con fecha de 1 de octubre nombra al canónigo Francisco García Gutiérrez de Escobar, para que se traslade personalmente a Irupana a comunicar estos deseos al obispo y, para que logre su regreso. La Santa ante la actitud que se trasluce de la correspondencia llegada de La Paz, solicitando su retorno, se envalentona y se ve reforzado en sus posturas, por lo que se dirige a García Lanza y sus seguidores para defen- derse: «Usted, como faccionario principal, como concurrente o como combo- cante de las Juntas malvadas secretas, en donde se tramó el alzamiento, sabe muy bien que mi lealtad finísima a Dios nuestro Señor, y a nuestro amado Soberano, ha sido el blanco de los tiros de los pérfidos insurgentes, que intentaban substraerse de la dominación de nuestro católico Monarca, arran- cando de sus gloriosas cienes la corona del Perú» 70 . Lo significativo es que el obispo no tenía conocimiento de que García Lanza no se atrevía a intervenir contra un prelado, teniendo presente la condición eclesiástica del mismo, y por ello escribía a La Paz pidiendo ins- trucciones y refuerzos, con los que poder dilatar la intervención. El 7 de 138 Miguel Anxo Pena González 66 La Junta Tuitiva al Cabildo, Justicia y Gobernador intendente de La Paz. La Paz, 29 de septiembre de 1809, in: Expediente del Obispo de la Paz , f. 11r. 67 De los insurgentes de La Paz al Obispo de dicha ciudad. La Paz, 30 de septiembre de 1809, in: Ibid . , f. 13r. 68 Ibid. 69 Ibid. 70 Del Obispo de La Paz a los insurgentes de dicha ciudad. Irupana, 6 de octubre de 1809, in: Ibid., f. 14v.

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