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El abogado Zudáñez fue arrestado y conducido a la cárcel de la Audiencia, lo que provocó el levantamiento popular, que respondía al grito soberanista, «¡Viva el Rey, que prenden a los señores oidores!». Un grupo de ciudadanos, ante el hecho, pide la intervención del obispo Moxó que convence a García Pizarro para que libere a Zudáñez. En este estado de cosas, el abogado es puesto en libertad y levantado en hombros como un héroe. Y, aprovechando la excitación popular, un grupo de exaltados se vale de la oportunidad y, al tiempo que se apodera de la artillería y de la sala de armas, libera también a los presos. El momento será de gran ten- sión y algunos peninsulares ven peligrar su vida. Ante este estado general, el Arzobispo, que había temido por su seguridad mientras le conducían a interceder ante el Presidente, decide huir de la ciudad ya que su residen- cia está rodeada de grupos exaltados. Por su parte, los oidores dirigen a sus huestes hacia la residencia pre- sidencial, y ante el tumulto del momento tienen lugar disparos que pro- vienen del interior de la residencia, que matan a algunos de los que se encontraban arremolinados ante las puertas. Este hecho exalta más el fra- gor popular y, los oidores firman un escrito, que envían a García Pizarro por mano del coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales, en el que le exi- gen su renuncia. Como consecuencia y en aquellas mismas horas, la Audiencia decide tomar el mando político y militar que constituirá al tri- bunal en Audiencia Gobernadora, al tiempo que entregaba la jefatura mili- tar a Álvarez de Arenales 27 . El equilibrio social quedaba aparentemente salvado en el hecho de que, aquellos que podían ser los ideólogos que Conflictos en las independencias hispanoamericanas… 123 no más adecuada, lo que lleva al Presidente de la Audiencia a apresarlo. Cuando lo conducían preso, el abogado comenzará a gritar, pidiendo a la población que lo liberase. Zudáñez era reconocido como defensor de los americanos, gozando por ello de cierto reconocimiento social. Sus escritos reflejan un hombre de sólida cultura, poseyendo notable capacidad para escribir soflamas y, particularmente, tex- tos constitucionales, contribuyendo a organizar las asambleas legislativas de los nuevos estados. Huyendo de las autoridades realistas se trasladará a Chile, donde escribirá un documento que, años más tarde será publicado bajo el pseudónimo de José Amor de la Patria, en el periódico La aurora de Chile , con el título Catecismo político Christiano dispuesto para la instrucción de la juventud de los pueblos libres de la América Meridional , donde se reflejaban las corrientes políticas que estaban pre- sentes en su entorno en aquel momento. Proclamaba la necesidad de formar Juntas en América, de igual forma a como se había hecho en la Península; entendiendo que éstas serían el medio más ade- cuado para expresar la voluntad soberana de los pueblos. Reconocía que la América española forma- ba parte de la Corona de Castilla al tiempo que hacía notar que la autoridad había sido devuelta a las provincias y pueblos de América. En este sentido, refiriéndose a la Junta Suprema de Sevilla, considera que ésta habría contado con autoridad, si se hubieran enviado a la misma diputados en la proporción de sus habitantes, por lo que consideraba que la representación no era real. Un argumento que será argüido también por otros pensadores americanos de ese momento. Cf. C. Alberto Roca, Sobre la actuación del doctor Jaime Zudáñez en los países rioplatenses, Montevideo 1992; R. Donoso, El Catecismo político, La Paz 1981. 27 Sobre Álvarez de Arenales, cf. J. I. Vargas Ezquerra, Un hombre contra un continente … , 146, nota 87.

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