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ban en sus formas al siglo XVIII y que continuaba configurándose desde una economía de corte tradicional. Esa grieta, a su vez, generará el surgimiento de revueltas sociales y de bolsas amplias de exclusión, para la que la mayoría de las veces no había una respuesta por parte de los poderes civiles 3 . Muy estrechamente vinculada a esta realidad está la formación del propio obrero, que no pasa de lo esencial, y viene considerado como mano de obra para la producción. Ni él ni sus empresarios mostrarán interés por la propia formación y cualificación. Lógicamente, en este orden de cosas, comienzan a surgir los nacionalismos, fruto siempre de lecturas sesgadas de la realidad, que serán capaces de asentarse con mayor fuerza debido a la desprotección social y a un sistema de cultura general deficiente o prácticamente nulo. Es cierto que la organización económica en defensa de los intereses de los obreros, en la que también entrarán los derechos de la clase trabajadora y, estrechamente unido, la organización de una legislación social, dará un hálito de esperanza que no siempre tenía correspondencia con lo que luego era el día a día de esas grandes masas sociales. Con todo, la imagen del individuo que proyectan este tipo de legislaciones y derechos, no muestran interés hacia una mirada atenta y unitaria del individuo, precisamente por ello hemos hablado de la clase traba- jadora, queriendo mostrar la indefinición del individuo concreto, que se siente desprovisto de lo esencial, aunque aparentemente pudiera gozar de más como- didades que en épocas anteriores. 1.2. El marco de la 2ª Guerra Mundial El contexto previo a la entrada de Italia en la 2ª Guerra Mundial no era nada halagüeño. En el marco internacional el gran desarrollo industrial y las potencias compiten entre sí para obtener mano de obra y materias primas más baratas, al tiempo que buscan mercados potencialmente más beneficiosos para sus intereses particulares. El entorno social estaba configurado por los totalita- rismos, que iban desde el fascismo, de corte más europeo, hasta el comunismo ruso 4 . En este orden de cosas, el fascismo llega al gobierno por la crisis que vive el Estado, que se encuentra totalmente dividido en facciones y partidos en 29 3 Como bibliografía esencial, cf. G. Carocci, La politica estera dell’Italia fascista, 1925-1928 , Bari, Laterza, 1969; N. Tranfaglia, La prima guerra mondiale e il fascismo , Torino, UTET, 1995; P. Craveri, La Repubblica dal 1958 al 1992 , Torino, UTET, 1995; G. Carocci, Storia dall’Unità ad oggi , Milano, Feltrinelli, 1998. 4 Acerca de los totalitarismos, cf. H. Arendt, Los orígenes del totalitarismo. III. Totalitarismo , Madrid, Alianza Editorial, 2003; J. de Scantimburgo, El mal de la historia: los totalitarismos del siglo

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