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otra actitud en un lugar que era y había sido un constante cruce de culturas y pueblos como era el caso singular de Sicilia. Por ello, buscará también la reconstrucción de la unidad con las iglesias de Oriente, lo que evidenció como Administrador Apostólico de la Eparquía de Piana degli Albanesi 37 . Notamos, por tanto, en los diversos campos una voluntad sincera de diá- logo, que mira al mundo intelectual, al mundo obrero y al mundo social, pero sin estar identificado con la reflexión que en los mismos surja. Así lo pone de manifiesto, por ejemplo en 1961 en Sicilia, cuando favorece la participación de los socialistas en el gobierno de la Región. A este respecto en el semanario católico Voce Cattolica , escribirá en su editorial: “La Iglesia no es de derechas ni de izquierdas, no es el poder lo que nos interesa” 38 . No se trataba de un discurso para agradar a todos, sino que desde el conocimiento concreto de la realidad, Ruffini propone la búsqueda de la ver- dad y su adecuada solución concreta, en un intento sincero de promover la concordia. De igual manera ocurre respecto a la realidad enconada de la mafia en Sicilia. Un poder oculto, pero capaz de controlarlo todo y orientar la socie- dad según sus propios intereses. Precisamente, cuando en 1964 escribe su carta pastoral Il vero Volto della Sicilia 39 , unos lo acusarán de negar la reali- dad de la mafia en aquellas tierras y otros de connivencia con la misma, pero realmente se trataba de mostrar que en aquella sociedad, donde se conservaba un número nada desdeñable de ritos transmitidos de generación en genera- ción, había también valores que no podían ser opacados tras la terrible lacra de 50 37 Dominguez Pachón, recoge un testimonio interesante de un periodista a este respecto: “Como Administrador Apostólico de la Eparquía degli Albanesi, no dejaba pasar ninguna ocasión para resaltar el común patrimonio de cultura y fe, para honrar sus ritos, venerables de antigüedad y belleza, de la liturgia greco-bizantina, para expresar su confianza en la reconstrucción de la unidad con las iglesias de Oriente. De hecho fue el Cardenal Ruffini quien promovió el reinicio de las «Settimane per l’Oriente Cris- tiano» que constituyeron, en aquellos años la actividad ecuménica de mayor relieve en Italia”. Id., La acción social del Cardenal Ernesto Ruffini , 112-113. 38 A este respecto, Rodríguez Pachón va más allá de la lectura clásica, en la que se ha querido identi- ficar a Ruffini como un conservador. El detalle es interesante puesto que el dato lo toma de un periódico de Bolonia, de línea socialista. El autor, haciendo referencia al primer intento de centro-izquierda realizado en Ita- lia y que tendrá lugar en Sicilia afirmará: “Sobre el plano político Ruffini fue siempre extremadamente cohe- rente, era anticomunista decidido y dispuesto a luchar, pero, igualmente dispuesto a aceptar la realidad. Así, acerca del acuerdo con los socialistas que estaba a punto de concretar el Congreso Democristiano de Nápo- les, Ruffini se alineó entre los obispos que, en determinadas circunstancias, consideraban realizable la fórmula de apertura a la izquierda”. B. Lay, en Il resto del Carlino , 11 de junio de 1967. 39 E. Ruffini, “Carta Pastoral Il vero Volto della Sicilia”, en Lettere pastorali , 236-245.

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