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pobre englobaba a un mismo tiempo a los tradicionalmente identificados bajo este nombre, así como a los trabajadores y sufrientes de la sociedad. Esta intui- ción, por otra parte, él mismo la había expresado de manera concreta en la atención hacia diversos grupos de empleados. Por lo mismo, promoverá y apoyará iniciativas de carácter pastoral y social, que en su etapa palermitana pasarán a ocupar un papel muy relevante. 3.3. Obispo de la acción y el compromiso social El 11 de octubre de 1945 es designado arzobispo de Palermo. Viene orde- nado en la Iglesia de San Ignacio de Roma, de manos del Cardenal Giuseppe Piz- zardo, Prefecto de la Sagrada Congregación de los Estudios. Dos meses más tarde, en el Consistorio del 18 de febrero, es envestido Cardenal, con el título presbiteral de Santa Sabina. Automáticamente es nombrado miembro de las Con- gregaciones para la Iglesia Oriental, de los Sacramentos, del Concilio, de los Estu- dios y de las Comisiones Pontificias para los Estudios Bíblicos y para la revisión del Código de Derecho Canónico. De esta manera, se expresaba su vinculación como colaborador directo del Pontífice, pero era necesario también que se abriera a la nueva realidad a la que se tenía que enfrentar. Era un hombre del Norte que se iba a vivir al Sur, dedicándose a servir a un pueblo, el siciliano y, especialmente al palermitano, que luchaba por recuperarse de los graves bombardeos de la 2ª Guerra Mundial. Así, la reconstrucción de la guerra, el desarrollo económico del Sur y el lograr el crecimiento cultural, pasarán a ser elementos esenciales en su actividad cotidiana como pastor. Por fin, el 25 de marzo toma posesión de la diócesis y el 31 entra en Palermo. Un nuevo arzobispo que provenía del mundo académico y burocrá- tico. La visión de la penuria que padece la gente, ante la situación de la guerra y que generaba vidas en precario, obligándoles incluso a buscar alojamiento en grutas y puentes, conmoverá al nuevo Cardenal que se sentirá comprometido en el conocimiento atento de las necesidades y en la búsqueda de respuestas. Por esta razón, en el mensaje dirigido al pueblo palermitano, ya antes de su llegada afirmaba: “La pobreza del pueblo es tan grave y tan amplia que no son suficientes los escasos medios de hoy para proporcionar, de manera estable, los auxilios necesarios. Los complejos problemas relativos a tan triste situación no podrán ser extraños a los cuidados del Arzobispo, bajo el ejemplo admirable del Divino Salvador, el cual, después de haber dado al gentío que lo seguía las riquezas 47

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