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Benedicto XV. Y, al mismo tiempo, cuidará un espacio cotidiano de contacto con el mundo del dolor y del sufrimiento que, se irá ensanchando en un suce- sivo intento de objeciones. Esas respuestas no abandonaban su espacio natural, que no era otro que el académico, pues era evidente que para tener una adecuada sensibilidad ante los grandes temas de su momento histórico, era preciso también gozar de un ámbito de reflexión y abrirse a relaciones con otros individuos e instituciones, generando un marco de diálogo en la búsqueda de un compromiso común. Por eso mismo, ante los procesos de cambio que afectan al contexto italiano en aquel momento, Ruffini apoyará abiertamente un papel de la Iglesia como animadora de concordia en la configuración y organización política, promo- viendo un desarrollo del Estado social, pero manteniendo el principio de que éste debería desarrollarse en el diálogo de las diversas instituciones. Para ello, una herramienta adecuada, que la Iglesia podía ofrecer era el desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia, promoviendo la conciencia social y política de los cristianos, de tal manera que pasaran a jugar un papel abiertamente activo en la organización social. Un fruto manifiesto de esa imbricación entre la colaboración a la acción social y una adecuada formación en un campo de especialización, es el que tiene lugar en 1944, cuando con la intención de cuidar y buscar medios para la formación de laicos cristianos funda la “Unión Médico-Biológica San Lucas”, que se configuraba como un lugar de reflexión cristiana, al mismo tiempo que como espacio de profundización y reflexión deontológica, que tenía una ver- tiente concreta en el servicio sanitario ante las necesidades urgentes que se vivían en una dura posguerra. Él mismo lo definirá, en 1937, en una conferen- cia titulada: El papel de la Unión Italiana Médico-Biológica «San Lucas». Extractamos una muestra de la proyección precisa que él consideraba esencial, desde la clave de la caridad cristiana: “En el mundo actual, que sale de los horrores de la más espantosa y más bárbara de las guerras en que desgraciadamente los deficientes, los desequili- brados, los enfermos, no son más individuos sino muchedumbres enteras; en un mundo en el cual las clases trabajadoras y míseras se agitan descompuestas en la defensa de los propios intereses y para la realización de los sueños que tienen todas las características de las ilusiones, para las cuales se están desgas- tando y agotando los organismos más fuertes, los médicos cristianos tienen un gran papel que desarrollar” 25 . 44 25 E. Ruffini, Conferenze varie , 42-43.
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