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mente por ello, su preocupación será mirar al hombre y su futuro, en el que es necesario también dejar espacio para la dimensión de fe, como elemento cons- titutivo de la dimensión dialogal, por lo que promoverá que los estudiantes vivan en un proyecto de fe-cultura. Él mismo lo expresará de manera elo- cuente: “Dadnos hombres cultos, seriamente cultos, no porque saben lo que se dice y se piensa de los otros, sino porque con sus indagaciones severas han buscado la verdad; dadnos hombres verdaderamente instruidos y obtendréis cristianos o pre- cristianos; la cultura o es en el tiempo de Dios o en su vestíbulo” 22 . El detalle más significativo reside precisamente, en vincular esa cultura con la búsqueda sincera de la verdad, en vez de orientarse hacia intereses par- ticulares o partidistas, consciente que en ese mismo esfuerzo se construye el verdadero cristiano. En este mismo sentido, sorprende el hecho de que sea capaz de hacer frente incluso a cuestiones sociales y políticas, mostrándose fle- xible ante un cierto anti-intelectualismo que está siempre presente como una amenaza en toda sociedad, pero que no le arredra de estimular a una forma- ción plena. No cabe duda que, para lograr este fin, la adecuada mejora de los centros de enseñanza, que venía acompañada de un rigor a la hora de conferir los grados académicos era un medio apropiado que muy pronto comenzará a producir amplios frutos. Precisamente, en el discurso pronunciado con motivo de la inauguración del año académico 1931, en su papel de Rector hacía una sugerente reflexión sobre la usura, mostrando la capacidad e interés que el ámbito académico mostraba también hacia los problemas concretos que atenazaban a los indivi- duos y a la sociedad. Ya el título resulta sumamente provocador: “ Mutuum date, nihil inde sperantes ” [“Prestad sin esperar nada a cambio”] (Lc 6,35). El texto bíblico lo comprende él como un punto de partida y de llegada a un mismo tiempo, teniendo como clave de bóveda las categorías evangélicas. Así, después de un cuidado análisis, en el que estudia tanto la fundamentación bíblica, como la patrística o sistemática, llega a matizar el presente de la usura, en toda su evolución histórica, pero distinguiendo perfectamente lo que sería la opción cristiana y aquello que responde a un devenir histórico: “El préstamo sin interés, según mi opinión, viene prescrito por Cristo el Señor, no como motivo de un valor diverso de la caridad. En efecto, el con- 42 22 Id., “Parole rivolte agli scrittori nella Cappella Palatina il 14 settembre 1955”, en Conferenze varie , 139-140.
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