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nión pública favorable, por lo que fue firmado entre Pietro Gasparri y Benito Mussolini el “Tratado de Letrán”. Además de solucionarse jurídicamente una situación enconada en el tiempo, se preservaba para la Santa Sede una seguri- dad económica. Por su parte, el Fascismo irá progresivamente haciéndose omnipresente en la vida pública, al tiempo que comienza a mantener una actitud que se muestra en los hechos concretos fuertemente combativo, descuidando los derechos del individuo concreto. La situación se volverá más apremiante cuando se prohíba toda organización social y política que no fueran las promo- vidas por el régimen. El conflicto se hará especialmente presente frente a diversos movimientos católicos, particularmente en la Acción Católica. La clausura de oratorios, lugares de encuentro, de asociaciones juveniles y asocia- ciones de estudiantes se hará incluso por medio de la violencia. Era un ataque directo a la organización social católica, que competía abiertamente con las del régimen político en el poder. La cuestión era más preocupante de lo que aparentemente pudiera pare- cer, puesto que debajo del problema formal, estaba presente el conflicto de qué se podía considerar como religioso, mostrando ya por parte del Estado, que lo religioso debía quedar reducido a un ámbito privado y sacral, sin que tuviera ningún tipo de incidencia en la vida social y política del Estado. Algo difícilmente aceptable en una comprensión del hombre y su totalidad, como la propuesta por la Iglesia católica, donde la antropología entiende al ser humano como totalidad. La respuesta de Pío XI vendrá de la mano de la Carta Encíclica “Non abbiamo bisogno” 9 , de junio de 1931, donde se denunciaba abiertamente la conducta de los fascistas paramilitares. Con ella se logrará que se acuerde dejar tranquila a la Acción Católica, pero siempre que se ciñera a actividades religiosas de manera exclusiva. La actitud firme, pero al mismo tiempo deci- dida del Papa, promoverá constantes negociaciones a distintos niveles, no reduciéndose sólo al territorio italiano. A este fin, en 1930, el cardenal Pacelli –futuro Pío XII– sustituye en la Secretaría de Estado al cardenal Gasparri, que realizará un significativo número de negociaciones y encuentros con el gobierno alemán, durante el mando del canciller Adolf Hitler. 34 9 Cf. Pius XI, “Litterae Encyclicae «Non abbiamo bisogno»”, en Acta Apostolicae Sedis 23 (1931) 285-312.
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