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LEÓN XIII. ABANDERADO DE LA LIBERTAD 91 parte es una llamada de atención a mantenerse distantes del liberalismo, como se intuye de la misma redacción: “No se rindan nunca indignos de un beneficio tan grande, ni confundan nunca la libertad con el desenfreno, más bien hagan uso de la libertad como conviene a ciudadanos acostumbrados a la misma, para prove cho de una vida activa, para beneficio y sustento de la familia y de la socie dad”30. La referencia y condena de los peligros del liberalismo vendría confir mada con la encíclica Libertas, escrita unos meses más tarde. A esta actitud ayudará también la atención de los pastores, a los que les hace una última recomendación: “Insistid vosotros no obstante, Venerables Herma nos, en el sugerir e inculcar estos mismos sentimientos a los libertos, de tal manera que, como es Nuestro grandísimo deseo y como debe ser para vosotros y para todos los buenos, la religión, primero lleve y goce para siempre de los abundantes frutos de la nacida libertad por cualquier parte de e[se amplio Impe rio”31. 2. LA ENCÍCLICA «CATHOL;CAE ECCLEs;AE» 2.]. El contexto histórico Para entender el marco de la encíclica Catholica Ecclesiae es necesario acercarse al personaje que más directamente intervendrá en la redacción de la misma, el cardenal Lavigérie. Su vida está jalonada por importantes logros en favor de la liberación de los africanos. Veamos los momentos más significativos de la misma. El cardenal Carlos Lavigérie*, hombre de profunda formación intelectual y de gran talante misionero, desde la dirección de la Oeuvre des écoles d’Orient, después de recoger limosnas en 1860 se dirigió a Siria donde comenzó una obra de sensibilización teórica y práctica en contra de la esclavitud. En 1867, con su traslado al recién creado arzobispado de Argel, su vida empieza a ocupar un papel singular en la evangelización y asistencia a los musulmanes. Esta atención al mundo musulmán le creará cierto enfrentamiento con los poderes civiles, en concreto con el gobernador militar de Argelia. Con todo, consiguió la libertad de apostolado ante los musulmanes de Argelia y Napoleón III no tuvo más remedio que someterse a sus proyectos. 30 “Tanto se munere numquam praeheant indignos, nec umquam libertatein cum licentia cupiditatum permisceant; ea vero utantur quo modos cives decet bene moratos, ad industriam vitae actuosae; ad comoda et ornamerita quum famitiae tum civitatis”: Ibídem. 31 “Haec eadem documenta vos item, Venerabiles fratres, ipsis suadere et persuadere libertis insistite; ut, quod summum est Nobis votum idemque vobis bonisque ómnibus esse debet, parae libertatis fructus reli gio iii primis, quacumque istud patet Imperium, amplissimos habeat, ad perpetuitatem persentiat”: Ibide,n. * Para tener una visión más completa: f. GUEDON, Le cardinal Lavigérie, les cardinaux de France et la politique dii Ralliement. Les lettres, Paris, 1923.
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